6/06/2016, 05:57
Al menos Riko no cambió de parecer, aceptando las indecentes proposiciones. Todo un halago, pero parecía tener una buena autoestima. Al llegar frente a la kunoichi, pareció alegrarse de igual manera al verla. Sin duda, la espalda peluda de algún rufián no era mejor vista. Tampoco llegaba a ser la mejor vista quizás, frente a él tenía a la causante de todo éste embrollo. Ante todo, el humor no parecía haberles faltado, por cruda que fuese la realidad. Riko respondió que ducharse allí no era de sus principales pensamientos, y añadió que la había visto luchar. De buena forma, raro ese detalle teniendo en cuenta que se trataba de una kunoichi... ¿como iba a no saber luchar?
Se llevó la mano al antebrazo derecho, y deslizó ésta un par de veces por el lugar, recordando su descuido. —Bueno... el combate cuerpo a cuerpo no es mi especialidad, pero algo me defiendo. Tu sin embargo si que golpeas duro...
La chica se deslizó un poco mas hacia adentro de la cama, casi tocando con su espalda la pared. Tras ello, elevó las piernas hasta ponerlas también sobre la cama, y terminó entrecruzándolas. No tardó en reposar su peso sobre éstas, ayudada de sus brazos. Su vista por unos segundos se alejó de los orbes del chico, avistando nuevamente el lugar donde se encontraba. Si, ya lo había mirado antes, pero aún no creía donde se encontraba.
—Diantres... éste lugar... apesta...
La cruda realidad. ¿Qué ibas a esperar de un lugar con un inodoro que nunca había sido limpiado? El sitio no era de la mejor calidad, pero para un preso... mas que suficiente. Quizás ese era el pensamiento del dirigente del lugar, la verdad no parecía ser otra.
Se llevó la mano al antebrazo derecho, y deslizó ésta un par de veces por el lugar, recordando su descuido. —Bueno... el combate cuerpo a cuerpo no es mi especialidad, pero algo me defiendo. Tu sin embargo si que golpeas duro...
La chica se deslizó un poco mas hacia adentro de la cama, casi tocando con su espalda la pared. Tras ello, elevó las piernas hasta ponerlas también sobre la cama, y terminó entrecruzándolas. No tardó en reposar su peso sobre éstas, ayudada de sus brazos. Su vista por unos segundos se alejó de los orbes del chico, avistando nuevamente el lugar donde se encontraba. Si, ya lo había mirado antes, pero aún no creía donde se encontraba.
—Diantres... éste lugar... apesta...
La cruda realidad. ¿Qué ibas a esperar de un lugar con un inodoro que nunca había sido limpiado? El sitio no era de la mejor calidad, pero para un preso... mas que suficiente. Quizás ese era el pensamiento del dirigente del lugar, la verdad no parecía ser otra.