6/06/2016, 22:34
Estuvo cerca, muy cerca. Muy cerca de darle un golpe certero en el cúmulo de los futuros hijos que Daruu tendría alguna vez. No obstante, el muchacho utilizó la libertad de sus manos para invocar del suelo lo que pareció ser un trozo grande de madera. La función del mismo fue bloquear el ataque de su interlocutor y lo logró a toda regla. Era algo que Kaido no se esperaba en lo absoluto, más aún, teniendo en cuenta su desconocimiento acerca de las habilidades del pelinegro.
«Joder, pedazo de técnica... ¿controla la puta naturaleza?» —Cuando Daruu dio el par de saltitos atrás, el también hizo lo mismo. Y aprovechó para sobarse la mano, que de paso le había dolido el contacto con la madera. Era terriblemente dura —Vaya trampa. Hasta la tierra es mi enemiga.
Pero no temía a lo que pudiera venir, sólo tendría que tener cuidado y estar atento a su alrededor. Aunque sabiendo la poca paciencia con la que él combatía, no esperó a que Daruu aprovechara el palabreo para tomar la ofensiva. En cuanto pudo se abalanzó de nuevo hacia él, atento al movimiento de sus manos, no sin antes haber realizado una serie de sellos de la forma más rápida que su actual habilidad le permitía. Y en pleno apogeo, infló su pecho como un pez globo y le arrojó de un momento a otro una riada de agua lo suficientemente potente como para arrojar a alguien al suelo.
Esa era su intención, aunque probablemente el jodido Daruu encontraría una forma de detenerla. Era un ataque inocente, de cualquier forma.
«Joder, pedazo de técnica... ¿controla la puta naturaleza?» —Cuando Daruu dio el par de saltitos atrás, el también hizo lo mismo. Y aprovechó para sobarse la mano, que de paso le había dolido el contacto con la madera. Era terriblemente dura —Vaya trampa. Hasta la tierra es mi enemiga.
Pero no temía a lo que pudiera venir, sólo tendría que tener cuidado y estar atento a su alrededor. Aunque sabiendo la poca paciencia con la que él combatía, no esperó a que Daruu aprovechara el palabreo para tomar la ofensiva. En cuanto pudo se abalanzó de nuevo hacia él, atento al movimiento de sus manos, no sin antes haber realizado una serie de sellos de la forma más rápida que su actual habilidad le permitía. Y en pleno apogeo, infló su pecho como un pez globo y le arrojó de un momento a otro una riada de agua lo suficientemente potente como para arrojar a alguien al suelo.
Esa era su intención, aunque probablemente el jodido Daruu encontraría una forma de detenerla. Era un ataque inocente, de cualquier forma.