7/06/2016, 18:05
(Última modificación: 7/06/2016, 18:05 por Amedama Daruu.)
Mientras Jin procedía a acercarse y a coger por debajo de los brazos a Satoru, Daruu hurgaba en el bolsillo de su túnica en búsca de los tan preciados calmantes. Sacó un bote etiquetado con unas pastillas de color verde pálido, lo abrió, y tragó tres con esfuerzo, sin agua y la boca seca. «Joder, qué horrible».
Tenía que haberlos tomado ya hace, calculó mentalmente, una hora y pico, pero entre la comida en los Ramones y todo aquél percance, se le había pasado.
—Gracias, Hanaiko-kun, Kajiya-kun —allí plantado, con Satoru al hombro, parecía un artificiero rescatando a un gatito de las garras de un incendio—. Probablemente hubiera tardado mucho más en dar con Satoru-sama de no haber sido por vuestra ayuda.
«Si no hubiera sido por nosotros, de hecho, no habrías tenido que buscarlo», se dijo Daruu, preguntándose si no habría sido más fácil no prestar atención a las súplicas de Satoru desde el principio. Sabía que todo aquello seguía oliéndole a chamusquina, pero el poder de convencer lo tenía Jin, el de convencer y el de arrancarles la cabeza de un bocado, probablemente también.
Anzu se le acercó. Al parecer, hasta ella se había dado cuenta de que le temblaban las piernas.
—Eh, socio, ¿estás bien?
—Sí, sí... Tenía que haberme tomado los calmantes hace ya un rato —explicó Daruu—. Y ahora van a tardar un tiempo en hacerme efecto. Pero creo que estoy bien.
Señaló la plataforma de madera que había estado creciendo hasta donde les había llevado la intuición.
—Volvamos por la plataforma. Al menos ya no tengo que hacerla crecer más... Estaré bien.
Daruu dio unos tímidos pasos hacia la salida.
«Ya no tenemos por qué estar aquí. Quiero largarme lo antes posible.»
Tenía que haberlos tomado ya hace, calculó mentalmente, una hora y pico, pero entre la comida en los Ramones y todo aquél percance, se le había pasado.
—Gracias, Hanaiko-kun, Kajiya-kun —allí plantado, con Satoru al hombro, parecía un artificiero rescatando a un gatito de las garras de un incendio—. Probablemente hubiera tardado mucho más en dar con Satoru-sama de no haber sido por vuestra ayuda.
«Si no hubiera sido por nosotros, de hecho, no habrías tenido que buscarlo», se dijo Daruu, preguntándose si no habría sido más fácil no prestar atención a las súplicas de Satoru desde el principio. Sabía que todo aquello seguía oliéndole a chamusquina, pero el poder de convencer lo tenía Jin, el de convencer y el de arrancarles la cabeza de un bocado, probablemente también.
Anzu se le acercó. Al parecer, hasta ella se había dado cuenta de que le temblaban las piernas.
—Eh, socio, ¿estás bien?
—Sí, sí... Tenía que haberme tomado los calmantes hace ya un rato —explicó Daruu—. Y ahora van a tardar un tiempo en hacerme efecto. Pero creo que estoy bien.
Señaló la plataforma de madera que había estado creciendo hasta donde les había llevado la intuición.
—Volvamos por la plataforma. Al menos ya no tengo que hacerla crecer más... Estaré bien.
Daruu dio unos tímidos pasos hacia la salida.
«Ya no tenemos por qué estar aquí. Quiero largarme lo antes posible.»