9/06/2016, 20:27
Lo primero que Anzu vio fue un charco de sangre. Un charco de sangre que reflejaba un brillo azulado, en continuo vaivén. Lo siguiente, casi al instante, fue el origen del charco: una muchacha que yacía en el suelo con una daga ensartada en el pecho. Era morena, de cabellos tan rubios que rozaba el platino, aunque rapada por un lado. No pudo distinguir su rostro, extrañamente borroso, como el recuerdo de un ser querido muerto hace lustros. Aunque sí una línea que le cruzaba en diagonal, de izquierda a derecha, naciendo en la base de donde debía estar su nariz y terminando en el mentón.
De pie, frente al cadáver, había un chico pequeño y con yukata. Sólo pudo percibir sus ojos, rojos y brillantes, con dos aspas adornando sus pupilas. Tenía los dientes bañados en sangre. También los labios, qué sonreían.
Pudo oír unas palmas, como el eco lejano de un aplauso. Su visión se oscureció, el pasillo que parecía estar contemplando pareció transformarse, abrirse… Pero, antes de que pudiese distinguir nada más, la puerta se cerró de un golpe, como si alguien la hubiese empujado.
Datsue seguía en el mismo sitio de siempre, con el latido del corazón martilleándole la cabeza. No había visto nada, pero se le había puesto la carne de gallina igualmente. Cambió el peso de una pierna a otra, e hizo la pregunta inevitable, con voz temblorosa:
—¿Qué… qué has visto, Anzu?
De pie, frente al cadáver, había un chico pequeño y con yukata. Sólo pudo percibir sus ojos, rojos y brillantes, con dos aspas adornando sus pupilas. Tenía los dientes bañados en sangre. También los labios, qué sonreían.
Pudo oír unas palmas, como el eco lejano de un aplauso. Su visión se oscureció, el pasillo que parecía estar contemplando pareció transformarse, abrirse… Pero, antes de que pudiese distinguir nada más, la puerta se cerró de un golpe, como si alguien la hubiese empujado.
Datsue seguía en el mismo sitio de siempre, con el latido del corazón martilleándole la cabeza. No había visto nada, pero se le había puesto la carne de gallina igualmente. Cambió el peso de una pierna a otra, e hizo la pregunta inevitable, con voz temblorosa:
—¿Qué… qué has visto, Anzu?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado