20/06/2016, 00:32
Cual princesa bajo cuidado de su mayordomo, la chica fue tratada con delicadeza por parte de Mogura. Éste terminó retirando los palillos poco después de darle a probar de su plato, y con ellos retiró también su plato. Afirmó que estaba contento de que le hubiese gustado la comida, y continuó con su plato como habían hecho desde hacía un rato. Eso sí, en ésta ocasión se le veía parar mucho mas a menudo, esperando quizás a llevar un ritmo parecido al de la kunoichi, y aprovechando esos entre ratos para beber un poco de té.
Katomi continuó a su ritmo, sin prisa alguna. A lo que soltó la pregunta, tenía que saber si el postre del establecimiento era bueno, o debían buscar otro lugar para el mismo. El joven no contestó que en el sitio hubiesen bueno postres. Según explicó, las veces que había ido allí había tomado de postre un helado frente al negocio. Incluso señaló el lugar, acompañando su vista al sitio. Cosa que la chica imitó, mirando hacia el torrente de agua que caía. —Oh, entiendo...— Afirmó la peliblanco.
Poco tardó Mogura en decir que podían pedir tras la comida una carta de postres, que quizás hubiese algo interesante. Razón no le faltaba, quizás hasta encontraban los postres que tanto querían.
—Si, de acuerdo. Cuando terminemos pedimos la carta de postres, a ver si hay suerte...
Poco a poco, la chica continuó comiendo de su plato con ayuda de los palillos. Ella no perdía demasiado tiempo en beber té, pero si que dejaba pasar el tiempo que saboreaba la comida en la boca jugando con los palillos en su plato. Hacía constantemente circulitos, y movía los trozos de verdura de un sitio a otro.
—Bueno Mogura... ¿Y tienes algún apellido de tus padres o heredaste el de tu abuelo?
Obviamente, lo que menos quería era seguir comiendo con un silencio sepulcral. Por muchas ganas que tuviese del postre, mas ganas tenía de seguir hablando, cual escualo juega con los delfines.
Katomi continuó a su ritmo, sin prisa alguna. A lo que soltó la pregunta, tenía que saber si el postre del establecimiento era bueno, o debían buscar otro lugar para el mismo. El joven no contestó que en el sitio hubiesen bueno postres. Según explicó, las veces que había ido allí había tomado de postre un helado frente al negocio. Incluso señaló el lugar, acompañando su vista al sitio. Cosa que la chica imitó, mirando hacia el torrente de agua que caía. —Oh, entiendo...— Afirmó la peliblanco.
Poco tardó Mogura en decir que podían pedir tras la comida una carta de postres, que quizás hubiese algo interesante. Razón no le faltaba, quizás hasta encontraban los postres que tanto querían.
—Si, de acuerdo. Cuando terminemos pedimos la carta de postres, a ver si hay suerte...
Poco a poco, la chica continuó comiendo de su plato con ayuda de los palillos. Ella no perdía demasiado tiempo en beber té, pero si que dejaba pasar el tiempo que saboreaba la comida en la boca jugando con los palillos en su plato. Hacía constantemente circulitos, y movía los trozos de verdura de un sitio a otro.
—Bueno Mogura... ¿Y tienes algún apellido de tus padres o heredaste el de tu abuelo?
Obviamente, lo que menos quería era seguir comiendo con un silencio sepulcral. Por muchas ganas que tuviese del postre, mas ganas tenía de seguir hablando, cual escualo juega con los delfines.