20/06/2016, 18:55
—Lo que me faltaba, que un desconocido me venga a dar a mí una lección de moral— Le espetó
Tras lograr incorporarse y ponerse medianamente en pie sin tambalearse demasiado le devolvió la mirada desafiante al de Uzushio sin percatarse de que el rubio estaba pensando ya en tomar medidas drásticas. Por un instante sonrió, le parecía muy pero muy gracioso que el argumento de su interlocutor fuese que él no actuaba como un shinobi. Y en eso le daba la razón, el estaba consciente de que no tenía el temperamento necesario para ser ninja, en casi todas las ocasiones que se había visto en riesgo demostraba no tener carácter para afrontar las cosas. Aún así le fastidiaba que se lo estuvieran recordando a cada rato, no sólo su padre, ahora también ese ninja del remolino.
"Este muchacho es irritante"
El espadachín suele ser muy tolerante con la gente, pero la situación ya lo había llevado al borde de la desesperación, además esos ojos carmesí le incomodaban demasiado.
—...— Iba a decir algo, pero en último momento sus labios ya no hicieron movimiento alguno, decidió guardar silencio, ya se había hartado de hablar, se había hartado de la situación, se había hartado... de todo.
Dió media vuelta y se llevó las manos a la nuca, para desatarse la bandana de su villa la cual tomó con su mano diestra, alzándola dispuesto a arrojarla creyendo así que se libraría de la frustración que llevaba encima. Pero su brazo no realizó movimiento alguno, agachó la cabeza y apretó con fuerza la mano al darse cuenta de que ni siquiera era capaz de tomar tal decisión.
Bajó el brazo y entonces sujetó la bandana frente así, mirando fijamente la placa de metal con el símbolo de su aldea tallado en él. Recordó el juramento que se hizo a sí mismo, cambiar, demostrar que podía lograr algo en esta vida más allá de ser un shinobi por obligación, seguir su camino y no el que le impusieron.
—¿Vas a abandonar las promesas que le hiciste a los demás?— Se preguntó de forma retórica.
Pensó en voz alta aquello, tantas personas que había conocido hasta ahora, ¿tiraría todo a la basura a estas alturas? Le abrumaba todo lo acontencido, la mala reputación que tenía ahora la aldea, la guerra que se les venía encima...
"No"
Mientras observaba el símbolo de su aldea apretó con fuerza la placa metálica. Tenía que aclarar las cosas con su padre, así de simple. Tenía miedo de lo que le fuera a pasar, si regresaba lo regañarían, si iba a las autoridades lo arrestarían, le diríana su padre e igual le regañaría. Pero no tuvo tiempo de seguir pensando cuando la sombra de una silueta con armadura se asomó por el callejón.
—¡Ustedes dos!— El samurai desenfundó a medias su espada mientras examinaba de pies a cabeza a ambos shinobi. —¡Así los quería agarrar! ¡Quedan detenidos por desorden en la vía pública!— Se le escuchó hablar por debajo de su máscara.
Tras lograr incorporarse y ponerse medianamente en pie sin tambalearse demasiado le devolvió la mirada desafiante al de Uzushio sin percatarse de que el rubio estaba pensando ya en tomar medidas drásticas. Por un instante sonrió, le parecía muy pero muy gracioso que el argumento de su interlocutor fuese que él no actuaba como un shinobi. Y en eso le daba la razón, el estaba consciente de que no tenía el temperamento necesario para ser ninja, en casi todas las ocasiones que se había visto en riesgo demostraba no tener carácter para afrontar las cosas. Aún así le fastidiaba que se lo estuvieran recordando a cada rato, no sólo su padre, ahora también ese ninja del remolino.
"Este muchacho es irritante"
El espadachín suele ser muy tolerante con la gente, pero la situación ya lo había llevado al borde de la desesperación, además esos ojos carmesí le incomodaban demasiado.
—...— Iba a decir algo, pero en último momento sus labios ya no hicieron movimiento alguno, decidió guardar silencio, ya se había hartado de hablar, se había hartado de la situación, se había hartado... de todo.
Dió media vuelta y se llevó las manos a la nuca, para desatarse la bandana de su villa la cual tomó con su mano diestra, alzándola dispuesto a arrojarla creyendo así que se libraría de la frustración que llevaba encima. Pero su brazo no realizó movimiento alguno, agachó la cabeza y apretó con fuerza la mano al darse cuenta de que ni siquiera era capaz de tomar tal decisión.
Bajó el brazo y entonces sujetó la bandana frente así, mirando fijamente la placa de metal con el símbolo de su aldea tallado en él. Recordó el juramento que se hizo a sí mismo, cambiar, demostrar que podía lograr algo en esta vida más allá de ser un shinobi por obligación, seguir su camino y no el que le impusieron.
—¿Vas a abandonar las promesas que le hiciste a los demás?— Se preguntó de forma retórica.
Pensó en voz alta aquello, tantas personas que había conocido hasta ahora, ¿tiraría todo a la basura a estas alturas? Le abrumaba todo lo acontencido, la mala reputación que tenía ahora la aldea, la guerra que se les venía encima...
"No"
Mientras observaba el símbolo de su aldea apretó con fuerza la placa metálica. Tenía que aclarar las cosas con su padre, así de simple. Tenía miedo de lo que le fuera a pasar, si regresaba lo regañarían, si iba a las autoridades lo arrestarían, le diríana su padre e igual le regañaría. Pero no tuvo tiempo de seguir pensando cuando la sombra de una silueta con armadura se asomó por el callejón.
—¡Ustedes dos!— El samurai desenfundó a medias su espada mientras examinaba de pies a cabeza a ambos shinobi. —¡Así los quería agarrar! ¡Quedan detenidos por desorden en la vía pública!— Se le escuchó hablar por debajo de su máscara.