22/06/2016, 22:13
—¿Un código? Te tenía por… —No pudo terminar la frase—. ¿¡Qué cojones…!?
Hubo un momento en que creyó que le iba a pegar a él. Luego, cuando la vio embistiendo al vacío con el codo alzado, creyó que simplemente se había vuelto loca. ¿Pero acaso los mejores ninjas no tenían algo de locura?
Cuando la kunoichi pasó por debajo de la bailarina luz azul irradiada por una lámpara en movimiento, algo puso oposición al ataque de Anzu. Si es que la fuerza ejercida por un saco de harina al ser atravesado por una lanza se le podía llamar oposición.
El portón metálico se abrió de un golpe, la luz de la lámpara perdió su tonalidad azul y el exterior cobró forma tras el umbral del pasillo. Un hombre se retorcía en el suelo de la calle, tan oscura y vacía como minutos atrás.
—Pu-ta… zorra —balbuceó. Pese a estar tirado, se le veía una persona alta. Debía medir al menos dos metros, aunque fuese tan delgado como un palillo. Vestía ropas ostentosas y sus ojos, más oscuros que una noche sin luna, miraban entrecerrados a la responsable de su dolor. A Anzu.
—Uh…
—Te precipitaste.
Dos siluetas surgieron entre la oscuridad. Una era alta, ancha, con los brazos tan robustos como las raíces del Árbol Sagrado. Un hombre de ropa sencilla y pelo oscuro, muy corto. La otra, en cambio, pertenecía a la silueta propia de una mujer. Más pequeña, de ojos morados y cabello azul, recogido en una única trenza que le llegaba hasta las caderas. Vestía una camisa oscura que apenas le cubría medio torso, y unos shorts vaqueros que apenas le cubrían el culo. Datsue, que ya estaba en el umbral de la puerta junto a Anzu, se preguntó cómo demonios era posible que no estuviese muriéndose de frío en una noche como aquella. O se lo preguntaría, de no tener cosas más importantes en las que pensar.
—Tenía tantas ganas de ver el resultado final… —Plantó un pie en el suelo, apoyó las manos sobre la rodilla y se levantó con esfuerzo. Más que dolido, parecía triste.
—Tres —dijo el fortachón.
—¿Cómo dices?
—Es la tercera vez que alguien escapa de tu Genjutsu. Tres.
—¿Acaso te lo he preguntado?
—No.
Tras aquella hilarante conversación, la mujer dio tres pasos y se plantó frente al recién levantado. Apenas le llegaba por el pecho.
—Estaba siendo divertido… ¿Por qué siempre me dejas a medias? —El hombre no tuvo oportunidad de réplica. Los ojos violetas de ella ya estaban fijos en Anzu—. ¿Dónde está? —Miró a Datsue—. ¿Dónde está Haskoz?
Hubo un momento en que creyó que le iba a pegar a él. Luego, cuando la vio embistiendo al vacío con el codo alzado, creyó que simplemente se había vuelto loca. ¿Pero acaso los mejores ninjas no tenían algo de locura?
Cuando la kunoichi pasó por debajo de la bailarina luz azul irradiada por una lámpara en movimiento, algo puso oposición al ataque de Anzu. Si es que la fuerza ejercida por un saco de harina al ser atravesado por una lanza se le podía llamar oposición.
El portón metálico se abrió de un golpe, la luz de la lámpara perdió su tonalidad azul y el exterior cobró forma tras el umbral del pasillo. Un hombre se retorcía en el suelo de la calle, tan oscura y vacía como minutos atrás.
—Pu-ta… zorra —balbuceó. Pese a estar tirado, se le veía una persona alta. Debía medir al menos dos metros, aunque fuese tan delgado como un palillo. Vestía ropas ostentosas y sus ojos, más oscuros que una noche sin luna, miraban entrecerrados a la responsable de su dolor. A Anzu.
—Uh…
—Te precipitaste.
Dos siluetas surgieron entre la oscuridad. Una era alta, ancha, con los brazos tan robustos como las raíces del Árbol Sagrado. Un hombre de ropa sencilla y pelo oscuro, muy corto. La otra, en cambio, pertenecía a la silueta propia de una mujer. Más pequeña, de ojos morados y cabello azul, recogido en una única trenza que le llegaba hasta las caderas. Vestía una camisa oscura que apenas le cubría medio torso, y unos shorts vaqueros que apenas le cubrían el culo. Datsue, que ya estaba en el umbral de la puerta junto a Anzu, se preguntó cómo demonios era posible que no estuviese muriéndose de frío en una noche como aquella. O se lo preguntaría, de no tener cosas más importantes en las que pensar.
—Tenía tantas ganas de ver el resultado final… —Plantó un pie en el suelo, apoyó las manos sobre la rodilla y se levantó con esfuerzo. Más que dolido, parecía triste.
—Tres —dijo el fortachón.
—¿Cómo dices?
—Es la tercera vez que alguien escapa de tu Genjutsu. Tres.
—¿Acaso te lo he preguntado?
—No.
Tras aquella hilarante conversación, la mujer dio tres pasos y se plantó frente al recién levantado. Apenas le llegaba por el pecho.
—Estaba siendo divertido… ¿Por qué siempre me dejas a medias? —El hombre no tuvo oportunidad de réplica. Los ojos violetas de ella ya estaban fijos en Anzu—. ¿Dónde está? —Miró a Datsue—. ¿Dónde está Haskoz?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado