22/06/2016, 23:25
El tiburón se arrimó hasta la concentración de participantes y quedó de pie expectante por que el evento comenzara. Quien sabe por qué, pero tan pronto como metió las narices en el galpón se sintió como en casa, y nada de lo que viera podría disuadirle de pelear; por grandes que fueran las probabilidades de que terminara perdiendo un combate y le exhibieran luego en un circo o un mercado de pulgas.
Acostumbrado a las miradas, ignoró completamente la atención que su presencia generaba. Estaba completamente enfocado en el cuadrilátero, en las habilidades que se daría el lujo de mostrar una vez allí arriba; y en las posibilidades de enfrentarse al misterioso niñato que les había interrumpido a él y al par de idiotas en la fila.
«Lucía fuerte» —se permitió deducir.
De cualquier forma, no se le veía por los alrededores. Y cuando pensó que podría estar cerca, lo que le interrumpió fue otra persona; con piel mucho más oscura y con un corte varonil que le quedaría chulo a cualquier hombre. Y sin embargo, se trataba de una mujer, o eso parecía ser. Kaido contempló como le extendió la mano, escuchó lo que tuvo para decir; y terminó estrechándola.
—Eh, tío. Me llamo Anzu —dijo, lacónica—. ¿No eres muy joven para esto?
Pero antes de soltarle la diestra, Kaido le regaló un silencio fortuito y le meneó el brazo de arriba a abajo un par de veces, examinándola. Luego la soltó y sonrió, como hacía siempre.
—Si, claro... porque tú luces muy mayorcita, ¿verdad? —espetó, un poco grosero—. igual deberías preocuparte más por ti. Si a mi ya me han amenzado con exhibirme en una vitrina, no imagino que haría esta cuerda de babosos con una niña, Anzu.
»Ah, y me llamo Kaido. Umikiba Kaido, un placer.
Volvió a sonreír. Como si fuera su sello característico o alguna pavada similar.
Acostumbrado a las miradas, ignoró completamente la atención que su presencia generaba. Estaba completamente enfocado en el cuadrilátero, en las habilidades que se daría el lujo de mostrar una vez allí arriba; y en las posibilidades de enfrentarse al misterioso niñato que les había interrumpido a él y al par de idiotas en la fila.
«Lucía fuerte» —se permitió deducir.
De cualquier forma, no se le veía por los alrededores. Y cuando pensó que podría estar cerca, lo que le interrumpió fue otra persona; con piel mucho más oscura y con un corte varonil que le quedaría chulo a cualquier hombre. Y sin embargo, se trataba de una mujer, o eso parecía ser. Kaido contempló como le extendió la mano, escuchó lo que tuvo para decir; y terminó estrechándola.
—Eh, tío. Me llamo Anzu —dijo, lacónica—. ¿No eres muy joven para esto?
Pero antes de soltarle la diestra, Kaido le regaló un silencio fortuito y le meneó el brazo de arriba a abajo un par de veces, examinándola. Luego la soltó y sonrió, como hacía siempre.
—Si, claro... porque tú luces muy mayorcita, ¿verdad? —espetó, un poco grosero—. igual deberías preocuparte más por ti. Si a mi ya me han amenzado con exhibirme en una vitrina, no imagino que haría esta cuerda de babosos con una niña, Anzu.
»Ah, y me llamo Kaido. Umikiba Kaido, un placer.
Volvió a sonreír. Como si fuera su sello característico o alguna pavada similar.