25/06/2016, 22:48
La chica aún estando enojada con el rubio, estaba compartiendo con él esa hermosa velada. Bueno, lo de hermosa es irónico. A escasos metros de ella varios maleantes estaban armando un jaleo no mucho mas grande al bullicio que ese local tenía en todas partes. La camarera se había tomado su tiempo para hacer el primer encargo, tras lo cuál quedó algo preocupada por el chico. Éste dio una repuesta un tanto egocéntrica y a la vez típica de víctima, haciéndose ver tan inocente como su cara reflejaba.
El chico no hacía mas que enojar aún mas a Katomi, la cuál hasta se dio la vuelta en el banquete, mirando al lado contrario al chico. Poco le duró esa molesta actitud. Antes de que se diese cuenta, la chica estaba volando a los brazos del chico... a toda velocidad, haciendole hasta caer del sitio donde estaba sentado. —TGAHHH!— Se quejó al recibir el golpe. Si, evidentemente esa acción no había sido iniciada por ella, si no por un grandullón que había salido volando en mitad de una pelea. Éste la había derrumbado, y ella había chocado con Len a consecuencia.
La chica se retorció en el suelo, agarrándose las costillas en una clara referencia de dolor. Entre tanto, del asiento del chico solo quedaban astillas y restos de madera. La Kunoichi se levantó exaltada, escupió al suelo, y golpeó con fuerza el mostrador. El rotundo golpe casi hizo que hasta los cantantes detuviesen sus alaridos y continuos estruendos de guitarra. Una gran mayoría del antro miraban a la chica.
—Hasta aquí hemos llegado! Me marcho!— Vociferó la Sarutobi.
Evidentemente, anunciaba su despedida con Len. Ése sitio no era para nada uno de los mas adecuados para tomar un tentempié, mucho menos para descansar tras un largo día de entrenamiento. ¿Cómo diantres se le había pasado siquiera por la cabeza al chico?
Cabreada hasta límites insospechados, la chica avanzó por donde minutos antes había entrado. Le importaba poco mas que un comino si Len la seguía o no, o si se encontraba bien. El maldito rubio no había sido mas que una molestia, desde el primer segundo que lo había conocido. Desde luego no estaban en lo equivocado cuando decían que las apariencias engañan...
El chico no hacía mas que enojar aún mas a Katomi, la cuál hasta se dio la vuelta en el banquete, mirando al lado contrario al chico. Poco le duró esa molesta actitud. Antes de que se diese cuenta, la chica estaba volando a los brazos del chico... a toda velocidad, haciendole hasta caer del sitio donde estaba sentado. —TGAHHH!— Se quejó al recibir el golpe. Si, evidentemente esa acción no había sido iniciada por ella, si no por un grandullón que había salido volando en mitad de una pelea. Éste la había derrumbado, y ella había chocado con Len a consecuencia.
La chica se retorció en el suelo, agarrándose las costillas en una clara referencia de dolor. Entre tanto, del asiento del chico solo quedaban astillas y restos de madera. La Kunoichi se levantó exaltada, escupió al suelo, y golpeó con fuerza el mostrador. El rotundo golpe casi hizo que hasta los cantantes detuviesen sus alaridos y continuos estruendos de guitarra. Una gran mayoría del antro miraban a la chica.
—Hasta aquí hemos llegado! Me marcho!— Vociferó la Sarutobi.
Evidentemente, anunciaba su despedida con Len. Ése sitio no era para nada uno de los mas adecuados para tomar un tentempié, mucho menos para descansar tras un largo día de entrenamiento. ¿Cómo diantres se le había pasado siquiera por la cabeza al chico?
Cabreada hasta límites insospechados, la chica avanzó por donde minutos antes había entrado. Le importaba poco mas que un comino si Len la seguía o no, o si se encontraba bien. El maldito rubio no había sido mas que una molestia, desde el primer segundo que lo había conocido. Desde luego no estaban en lo equivocado cuando decían que las apariencias engañan...