27/06/2016, 15:02
Desandaron lo que, hacía apenas una hora habían andando en dirección a las celdas en las que les habían confinado por ese breve lapso de tiempo. Con las manos esposadas a la espalda y seguidos muy de cerca por los guardias, Riko y Katomi caminaron por unos pasillos bastante estrechos, siendo honestos, primero giraban a la derecha, luego a la izquierda y a la izquierda otra vez, hasta que, finalmente, llegaron al final del recorrido, un portón de un color carmesí, que al abrirse dejó pasar un intenso brillo que dejó a los jóvenes ciegos durante unas milésimas, hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz.
La sala que se encontraba detrás de la puerta era la típica utilizada en juicios, un pasillo en el medio, y a los laterales de éste un montón banquetas donde se sentaban los que asistían al juicio. Riko quedó perplejo ante aquella sala, y caminaba a la vez que con la cabeza repasaba una y otra vez la habitación fijándose en cada detalle de la misma.
Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Un señor con una armadura dorada, que denotaba la importancia que seguramente tenía en aquel lugar, comenzó a hablar.
—Siento mucho la demora. El dueño del bar donde sucedió todo ha hablado en vuestro favor, y afirmó que no fuisteis vosotros los causantes de todo el alboroto, si no que os defendisteis ante ese trío de maleantes. Se les liberará desde éste mismo momento, pero si vuelven a ser partícipes de algún problema en ésta ciudad, la ley no será para nada suave con vosotros. ¿Entendieron?
— S-si... — Reespondió el de rastas al unísono que su acompañante, y entonces, les quitaron las esposas y les guiaron hacia fuera.
—Bueno... Riko. Lo siento mucho, pero no creo que podamos tomar la merienda en éste momento... he perdido demasiado tiempo, y tenía cosas que hacer en la ciudad. Espero que nos volvamos a ver.
Aquella era la despedida de aquel accidentado encuentro.
— Bueno, otra vez será entonces, lo dejamos en la lista de cosas pendientes. — sonrió Riko. — ¡Hasta la próxima Katomi! — Se despidió mientras veía como se alejaba, antes de emprender el camino de vuelta a su hotel.
La sala que se encontraba detrás de la puerta era la típica utilizada en juicios, un pasillo en el medio, y a los laterales de éste un montón banquetas donde se sentaban los que asistían al juicio. Riko quedó perplejo ante aquella sala, y caminaba a la vez que con la cabeza repasaba una y otra vez la habitación fijándose en cada detalle de la misma.
Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Un señor con una armadura dorada, que denotaba la importancia que seguramente tenía en aquel lugar, comenzó a hablar.
—Siento mucho la demora. El dueño del bar donde sucedió todo ha hablado en vuestro favor, y afirmó que no fuisteis vosotros los causantes de todo el alboroto, si no que os defendisteis ante ese trío de maleantes. Se les liberará desde éste mismo momento, pero si vuelven a ser partícipes de algún problema en ésta ciudad, la ley no será para nada suave con vosotros. ¿Entendieron?
— S-si... — Reespondió el de rastas al unísono que su acompañante, y entonces, les quitaron las esposas y les guiaron hacia fuera.
—Bueno... Riko. Lo siento mucho, pero no creo que podamos tomar la merienda en éste momento... he perdido demasiado tiempo, y tenía cosas que hacer en la ciudad. Espero que nos volvamos a ver.
Aquella era la despedida de aquel accidentado encuentro.
— Bueno, otra vez será entonces, lo dejamos en la lista de cosas pendientes. — sonrió Riko. — ¡Hasta la próxima Katomi! — Se despidió mientras veía como se alejaba, antes de emprender el camino de vuelta a su hotel.
![[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]](https://78.media.tumblr.com/ef716a7a224d02d15153150120153d79/tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif)
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