27/06/2016, 17:02
La Yotsuki soltó una carcajada muy brava ante las palabras del tal Kaido. Si bien era cierto que algunos de los presentes daban verdadero miedo, Anzu era una adolescente, y como todos, veía el mundo de la manera en que había sido influenciada. En este caso concreto, su maestro —Yotsuki Hida— la había entrenado con dureza y en la creencia de que los civiles necesitaban de protección. Eran gente indefensa, incapaces de rivalizar con la fuerza de un ninja. Por eso mismo, Anzu pensaba que ninguno de los que allí estaban podía ni siquiera soñar con equipararse a sus técnicas de Raiton... Qué equivocada estaba.
—¿Uno de estos? ¡Já! No podrían golpearme ni aunque se lo suplicara, socio —lanzó una mirada despectiva a su alrededor—. Sólo estoy aquí para desquitarme un poco, porque... —se detuvo, presa de la vergüenza por lo que estaba a punto de confesar—. Porque mi Kage no me ha incluído entre los participantes del Torneo. El de verdad, claro.
» Y, menuda mierda, porque los inútiles de mis compañeros han dejado el nombre de la Cascada a la altura del betún.
Se notaba el marcado resentimiento y desprecio que Anzu sentía al hablar de la actuación de sus camaradas en el Torneo; y no era más específica, porque al fin y al cabo, seguían siendo sus compañeros de Aldea. Para ella, eso era más importante que cualquier exhibición.
De cualquier modo, trató de desviar la atención hacia el pez.
—¿Y tú de dónde has salido? Joder, no es por faltar, pero no todos los días se ve a un... ¿pez?, que habla y te da la mano.
—¿Uno de estos? ¡Já! No podrían golpearme ni aunque se lo suplicara, socio —lanzó una mirada despectiva a su alrededor—. Sólo estoy aquí para desquitarme un poco, porque... —se detuvo, presa de la vergüenza por lo que estaba a punto de confesar—. Porque mi Kage no me ha incluído entre los participantes del Torneo. El de verdad, claro.
» Y, menuda mierda, porque los inútiles de mis compañeros han dejado el nombre de la Cascada a la altura del betún.
Se notaba el marcado resentimiento y desprecio que Anzu sentía al hablar de la actuación de sus camaradas en el Torneo; y no era más específica, porque al fin y al cabo, seguían siendo sus compañeros de Aldea. Para ella, eso era más importante que cualquier exhibición.
De cualquier modo, trató de desviar la atención hacia el pez.
—¿Y tú de dónde has salido? Joder, no es por faltar, pero no todos los días se ve a un... ¿pez?, que habla y te da la mano.