27/06/2016, 19:56
Al igual que su compañera, Mogura aprovechó el momento en que la chica contestaba la pregunta para terminar lo que le quedaba de comida. Había disfrutado cada bocado que le había podido dar a aquel majestuoso bol lleno de fideos y carnes varias, pero tenían que avanzar hacía el postre.
El estar saboreando lo último que quedaba en el bol no le hizo prestar menos atención a las palabras de Katomi, quien contaba que su apellido contaba con muchas mas generaciones. Al contrario que el shinobi, la muchacha no había podido tratar mucho el tema con sus parientes, aun así resaltaba que la historia de los Sarutobi contaba con grandes guerreros y maestros del manejo del fuego y ninjutsu. La gran parte de la información provenía de libros en los que había podido poner sus manos, detalle que le llamó un poco la atención al moreno.
Me gustaría poder llegar a darles una lectura rápida a esos libros alguna vez, seguro hay toda clase de historias fantásticas.
Comentó con una sonrisa en el rostro para luego terminar de comer casi a la par con la peliblanco. Insertó entonces los palillos dentro del bol y lo empujó ligeramente hacía el centro de la mesa, para hacer un poco de lugar para descansar sus manos.
Oh... muy bien... Buen provecho, Katomi.
Dijo con una sonrisa en el rostro y cerrando sus ojos, diciendo el "muy" como agregando mas halagos a la comida que había degustado aquel dúo. Dejó que pasara un momento en silencio y miró entonces a la chica.
Creo que lo último que esperaba el día de hoy era cruzarme con tan grata compañía y poder disfrutar comida tan buena.
Confesó para luego dejar escapar una pequeña risa a la vez que se acomodaba en la silla. Ciertamente, en la casa donde vivía el muchacho, junto a su abuelo, no había mucha gente y la mayor parte del tiempo estaba leyendo cosas o aprendiendo a manejar un poco el negocio que tenía su abuelo. Fue una gran casualidad el haberse cruzado en el camino de la Sarutobi y terminar en aquel restaurante pasando el rato.
El estar saboreando lo último que quedaba en el bol no le hizo prestar menos atención a las palabras de Katomi, quien contaba que su apellido contaba con muchas mas generaciones. Al contrario que el shinobi, la muchacha no había podido tratar mucho el tema con sus parientes, aun así resaltaba que la historia de los Sarutobi contaba con grandes guerreros y maestros del manejo del fuego y ninjutsu. La gran parte de la información provenía de libros en los que había podido poner sus manos, detalle que le llamó un poco la atención al moreno.
Me gustaría poder llegar a darles una lectura rápida a esos libros alguna vez, seguro hay toda clase de historias fantásticas.
Comentó con una sonrisa en el rostro para luego terminar de comer casi a la par con la peliblanco. Insertó entonces los palillos dentro del bol y lo empujó ligeramente hacía el centro de la mesa, para hacer un poco de lugar para descansar sus manos.
Oh... muy bien... Buen provecho, Katomi.
Dijo con una sonrisa en el rostro y cerrando sus ojos, diciendo el "muy" como agregando mas halagos a la comida que había degustado aquel dúo. Dejó que pasara un momento en silencio y miró entonces a la chica.
Creo que lo último que esperaba el día de hoy era cruzarme con tan grata compañía y poder disfrutar comida tan buena.
Confesó para luego dejar escapar una pequeña risa a la vez que se acomodaba en la silla. Ciertamente, en la casa donde vivía el muchacho, junto a su abuelo, no había mucha gente y la mayor parte del tiempo estaba leyendo cosas o aprendiendo a manejar un poco el negocio que tenía su abuelo. Fue una gran casualidad el haberse cruzado en el camino de la Sarutobi y terminar en aquel restaurante pasando el rato.