28/06/2016, 15:02
El chorro de agua envolvió a Kaido como una marejada se tragaba a un pescador desprevenido. Pero cuando la técnica acabó, y Daruu aterrizó en el suelo con una rodilla anclada en tierra, allá ya no estaba Kaido, sólo el charco que el Mizurappa había dejado a su paso.
¿No?
Daruu había peleado contra Ayame una vez, y había sido suficiente, aparentemente, para conocer los trucos de los genin del clan Hozuki. La muchacha, hacía algún tiempo ya, había utilizado exactamente aquella misma estrategia contra él. En aquél momento había caído en la trampa pensando que su rival era un clon de agua.
Hizo un sello de la serpiente, apoyó una de sus dos manos en el suelo e hizo crecer un kunai de madera de la nada. Arrojó el arma hacia donde había estado la técnica y se levantó.
—He luchado antes contra otro Hozuki, me sé algunos de vuestros trucos —dijo—. Vamos adentro. La masa debe estar lista ya.
Simplemente caminó rodeando el charco hacia la cabaña, y esperaba que Kaido le siguiera.
Cuando llegaron a la cocina, las masas habían crecido de forma considerable.
—Ahora llega lo divertido. Las extendemos y les echamos los ingredientes que queramos. La nevera está ahí, de modo que coge lo que quieras. Pero no le pongas mucho, hazme caso, sale mejor si eliges unos cuantos ingredientes que combinen bien.
Daruu cogió su masa, y la extendió con la ayuda de un rodillo que sacó del cajón del mueble. Primero hacia un lado, luego hacia otro, hasta hacerla más o menos fina y con forma redonda.
—No te fíes. Extiéndela bien que luego crece. —Le pasó el rodillo a su compañero y se dirigió a la nevera.
Mientras Kaido extendía su propia masa, Daruu cubrió la suya de tomate triturado, luego le añadió jamón, trocitos de queso, y unas rodajas de peperoni.
¿No?
Daruu había peleado contra Ayame una vez, y había sido suficiente, aparentemente, para conocer los trucos de los genin del clan Hozuki. La muchacha, hacía algún tiempo ya, había utilizado exactamente aquella misma estrategia contra él. En aquél momento había caído en la trampa pensando que su rival era un clon de agua.
Hizo un sello de la serpiente, apoyó una de sus dos manos en el suelo e hizo crecer un kunai de madera de la nada. Arrojó el arma hacia donde había estado la técnica y se levantó.
—He luchado antes contra otro Hozuki, me sé algunos de vuestros trucos —dijo—. Vamos adentro. La masa debe estar lista ya.
Simplemente caminó rodeando el charco hacia la cabaña, y esperaba que Kaido le siguiera.
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Cuando llegaron a la cocina, las masas habían crecido de forma considerable.
—Ahora llega lo divertido. Las extendemos y les echamos los ingredientes que queramos. La nevera está ahí, de modo que coge lo que quieras. Pero no le pongas mucho, hazme caso, sale mejor si eliges unos cuantos ingredientes que combinen bien.
Daruu cogió su masa, y la extendió con la ayuda de un rodillo que sacó del cajón del mueble. Primero hacia un lado, luego hacia otro, hasta hacerla más o menos fina y con forma redonda.
—No te fíes. Extiéndela bien que luego crece. —Le pasó el rodillo a su compañero y se dirigió a la nevera.
Mientras Kaido extendía su propia masa, Daruu cubrió la suya de tomate triturado, luego le añadió jamón, trocitos de queso, y unas rodajas de peperoni.