30/06/2016, 21:47
Pese a que la chica llevaba encima un enfado de mil demonios, era apenas la mitad de lo que reflejaba su compostura lo que ilustraba su corazón. No era de hielo, su musculo rey era tan ardiente como el mejor de sus katones. Imposible que no llegase a tener un ápice de arrepentimiento mientras que se alejaba. Pero tampoco quería darse la vuelta y parecer una loca... otra opción era hacer arder todo el local, pero tampoco parecía la mejor de las ideas, o la mas cuerda.
Con los puños cerrados y firmes como dos aceros, la chica continuó andando sin mirar atrás hasta salir del local por completo. Una vez fuera, observó que el que se encargaba de dar paso o negarlo tenía en las manos una libreta, y en su bolsillo un bolígrafo.
« Perfecto. » Pensó la chica mientras se acercaba al hombre.
—¿Me podría prestar un momento una hoja y el bolígrafo? Porfa...
—C-claro, no hay problema.— Respondía el hombre mientras ofrecía lo solicitado a la peliblanco; la libreta y el bolígrafo.
La chica lo tomó, y realizó una pequeña reverencia en agradecimiento. Se tomó apenas unos segundos para escribir algo en el papel, y tras ello le devolvió al hombre sus pertenencias. Evidentemente, faltaba la hoja donde la kunoichi había escrito. —Muchas gracias. Aquí tiene.
—No hay de que, guapa.
La Sarutobi ni se molestó en contestar. ¿Guapa? ¿A qué venía eso?
Se acercó hasta una pared cercana, y comenzó a doblar el papel en varias formas. Lo plegaba y desplegaba, doblaba y giraba hasta que hizo de éste una auténtica obra aeronáutica. Si, había hecho un pequeño avión de papel. Sin demora, se acercó hasta la puerta del antro, y lo lanzó con sutileza y precisión. El avión voló, deslizándose en el aire como un pez por el agua, hasta que toparía con la nuca del chico.
Para aquél entonces, la chica se habría escondido, o simplemente se habría ido.
Con los puños cerrados y firmes como dos aceros, la chica continuó andando sin mirar atrás hasta salir del local por completo. Una vez fuera, observó que el que se encargaba de dar paso o negarlo tenía en las manos una libreta, y en su bolsillo un bolígrafo.
« Perfecto. » Pensó la chica mientras se acercaba al hombre.
—¿Me podría prestar un momento una hoja y el bolígrafo? Porfa...
—C-claro, no hay problema.— Respondía el hombre mientras ofrecía lo solicitado a la peliblanco; la libreta y el bolígrafo.
La chica lo tomó, y realizó una pequeña reverencia en agradecimiento. Se tomó apenas unos segundos para escribir algo en el papel, y tras ello le devolvió al hombre sus pertenencias. Evidentemente, faltaba la hoja donde la kunoichi había escrito. —Muchas gracias. Aquí tiene.
—No hay de que, guapa.
La Sarutobi ni se molestó en contestar. ¿Guapa? ¿A qué venía eso?
Se acercó hasta una pared cercana, y comenzó a doblar el papel en varias formas. Lo plegaba y desplegaba, doblaba y giraba hasta que hizo de éste una auténtica obra aeronáutica. Si, había hecho un pequeño avión de papel. Sin demora, se acercó hasta la puerta del antro, y lo lanzó con sutileza y precisión. El avión voló, deslizándose en el aire como un pez por el agua, hasta que toparía con la nuca del chico.
Para aquél entonces, la chica se habría escondido, o simplemente se habría ido.
Len, a una chica se le lleva a sitios mas relajados o bonitos. Aunque se trate de una kunoichi, a veces una chica necesita paz y consideración.
Katomi.
Katomi.