1/07/2016, 15:35
La kunoichi había descrito de forma bastante resumida la rutina de entrenamiento que seguía normalmente. Todos y cada uno de los días que existían la chica los usaba para mejorar sus habilidades, alguna veces el entrenamiento se podía tornar mas intensivo pero a fin de cuentas había un par de horas dedicada a pulir sus dote como guerrera. Katomi visto desde ese punto de vista era un ejemplo de disciplina del cual Mogura podría aprender un par de cosas.
Debería tomar un poco de eso y ponerlo en mi forma de entrenar también...
Hizo un pequeño comentario al margen de las palabras de su compañera, ciertamente el muchacho tenía como costumbre entrenar un par de veces a la semana y el resto del tiempo se lo gastaba leyendo cosas, algunas mas útiles que otras, algunas mas centradas a sus habilidades y a veces eran historias que no tenían demasiado valor para un shinobi.
La peliblanco llamaría con un gesto de su mano a la mesera, esta llegaría mas rápido de lo que un servicio común podría pedir, una razón más para pensar que aquel lugar era bueno de verdad.
Ha estado fantástica la comida, el cocinero es todo un maestro.
Contestó con una sonrisa siguiendo a la chica de ojos rojos y acompañando de una ligera reverencia la cual fue correspondida por la encantadora mujer.
Serán dadas las felicitaciones. Carta de postres, justamente tengo una aquí.
Se llevó una mano a un bolsillo de su uniforme y de este saco un bonito y cuidado menú que como ya había sido anunciado, contenía las diferentes opciones de postres que el lugar tenía para ofrecer.
Si me permiten retiraré sus platos y volveré en un momento para tomar su pedido.
La mujer no perdía en ningún momento la cálida sonrisa con la que había estado recibiendo a los jóvenes. Levantó los boles vacíos y lo llevó hasta el lugar que presumiblemente era la cocina, donde se encargarían de ellos.
Debería tomar un poco de eso y ponerlo en mi forma de entrenar también...
Hizo un pequeño comentario al margen de las palabras de su compañera, ciertamente el muchacho tenía como costumbre entrenar un par de veces a la semana y el resto del tiempo se lo gastaba leyendo cosas, algunas mas útiles que otras, algunas mas centradas a sus habilidades y a veces eran historias que no tenían demasiado valor para un shinobi.
La peliblanco llamaría con un gesto de su mano a la mesera, esta llegaría mas rápido de lo que un servicio común podría pedir, una razón más para pensar que aquel lugar era bueno de verdad.
Ha estado fantástica la comida, el cocinero es todo un maestro.
Contestó con una sonrisa siguiendo a la chica de ojos rojos y acompañando de una ligera reverencia la cual fue correspondida por la encantadora mujer.
Serán dadas las felicitaciones. Carta de postres, justamente tengo una aquí.
Se llevó una mano a un bolsillo de su uniforme y de este saco un bonito y cuidado menú que como ya había sido anunciado, contenía las diferentes opciones de postres que el lugar tenía para ofrecer.
Si me permiten retiraré sus platos y volveré en un momento para tomar su pedido.
La mujer no perdía en ningún momento la cálida sonrisa con la que había estado recibiendo a los jóvenes. Levantó los boles vacíos y lo llevó hasta el lugar que presumiblemente era la cocina, donde se encargarían de ellos.