2/07/2016, 12:40
Datsue compuso una mueca de dolor que fue en aumento con cada palabra que Anzu soltaba, hasta quedar totalmente encogido, con los ojos casi cerrados por completo y un dedo levantando, como si pidiese el turno de palabra.
No se lo dieron.
El hombre fortachón, por otro lado, parecía murmurar algo en voz baja.
—Vaya, vaya. Una chica con pelotas —respondió la mujer—. Me gusta.
—¿Pelotas, dices? —intervino el ilusionista—. Cómo no va a tenerlas… ¡Si parece un jodido tío! —Miró a Anzu y esbozó una sonrisa perversa—. ¿También tienes polla ahí abajo?
—¡Cuatro! —lo gritó tan repentinamente que pareció responder a la pregunta de su compañero. Miraba a Anzu, tan serio como siempre aunque con cierto reflejo en los ojos de… ¿miedo?
—Ya estamos otra vez… ¿¡Qué pasa con el cuatro!?
—Ha dicho cien palabras. —Señalaba a Anzu—. 223 vocales y 274 consonantes. 223 más 274 son 497, y entre el número de palabras da 4’97.
—La culpa es mía por preguntar…
—El cuatro es el número de la muerte —continuó el fortachón—, y está acompañado del nueve, que es el del dolor. Y para finalizar el siete, el número completo. Siete son los colores del prisma; siete las notas musicales; y en otros tiempos, en otra época, siete eran los días de la semana —retrocedió un paso—. Es un mal augurio.
El alto soltó una carcajada.
—Anda, no me jodas. Deja de…
Tac. El filo de un kunai atravesando la sien del ilusionista. Era sorprendente lo artificial que sonó, como el de una flecha al dar en la diana.
¡BOOM! El sello explosivo pegado al mango del kunai estalló, provocando una poderosa explosión que arrojó a mujer y hombre de espaldas al suelo y generando una corriente de aire que casi tira a los jóvenes Takigureños. Del ilusionista... Apenas quedaba alguna parte de su cuerpo que se le reconociese.
Repentinamente, una figura apareció ante Uchiha y Yotsuki. Una mujer, de cabellos largos y rubios y una incipiente barriga, propia de una embarazada.
—¿Dónde está tu padre?
Una risa femenina e infantil respondió por él, tras la extensa nube de humo que se había generado por la explosión.
—¡La furcia de Haskoz! —La voz de la chica sonó alta y clara tras la humareda. Más que dolida o triste por la muerte de su compañero, parecía alegre. Incluso eufórica—. ¿Y decías que era un mal augurio? ¡Pero si estamos de enhorabuena!
Los ojos de la ofendida, de un azul eléctrico, miró a Datsue un último momento antes de darle la espalda:
—Tenéis que iros. ¡Ya!
No se lo dieron.
El hombre fortachón, por otro lado, parecía murmurar algo en voz baja.
—Vaya, vaya. Una chica con pelotas —respondió la mujer—. Me gusta.
—¿Pelotas, dices? —intervino el ilusionista—. Cómo no va a tenerlas… ¡Si parece un jodido tío! —Miró a Anzu y esbozó una sonrisa perversa—. ¿También tienes polla ahí abajo?
—¡Cuatro! —lo gritó tan repentinamente que pareció responder a la pregunta de su compañero. Miraba a Anzu, tan serio como siempre aunque con cierto reflejo en los ojos de… ¿miedo?
—Ya estamos otra vez… ¿¡Qué pasa con el cuatro!?
—Ha dicho cien palabras. —Señalaba a Anzu—. 223 vocales y 274 consonantes. 223 más 274 son 497, y entre el número de palabras da 4’97.
—La culpa es mía por preguntar…
—El cuatro es el número de la muerte —continuó el fortachón—, y está acompañado del nueve, que es el del dolor. Y para finalizar el siete, el número completo. Siete son los colores del prisma; siete las notas musicales; y en otros tiempos, en otra época, siete eran los días de la semana —retrocedió un paso—. Es un mal augurio.
El alto soltó una carcajada.
—Anda, no me jodas. Deja de…
Tac. El filo de un kunai atravesando la sien del ilusionista. Era sorprendente lo artificial que sonó, como el de una flecha al dar en la diana.
¡BOOM! El sello explosivo pegado al mango del kunai estalló, provocando una poderosa explosión que arrojó a mujer y hombre de espaldas al suelo y generando una corriente de aire que casi tira a los jóvenes Takigureños. Del ilusionista... Apenas quedaba alguna parte de su cuerpo que se le reconociese.
Repentinamente, una figura apareció ante Uchiha y Yotsuki. Una mujer, de cabellos largos y rubios y una incipiente barriga, propia de una embarazada.
—¿Dónde está tu padre?
Una risa femenina e infantil respondió por él, tras la extensa nube de humo que se había generado por la explosión.
—¡La furcia de Haskoz! —La voz de la chica sonó alta y clara tras la humareda. Más que dolida o triste por la muerte de su compañero, parecía alegre. Incluso eufórica—. ¿Y decías que era un mal augurio? ¡Pero si estamos de enhorabuena!
Los ojos de la ofendida, de un azul eléctrico, miró a Datsue un último momento antes de darle la espalda:
—Tenéis que iros. ¡Ya!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado