2/07/2016, 12:47
—Si te soy sincero... no lo sé. Quiero que gane Ayame. Pero es imposible saberlo a ciencia cierta. Todo el mundo puede guardarse un as en la manga, ¿no?
Anzu asintió, pensativa. «Ayame... La verdad es que parece inofensiva, pero todavía recuerdo aquella técnica suya. Y Eri, la otra, tanto igual. Meh...» Dejó de darle vueltas al asunto; cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que ella misma no habría tenido ni una sola oportunidad contra semejantes bestias, que podían destrozar un pilar de roca con sus propias manos —y eso la molestaba sobremanera—.
Se quedaron allí callados un rato, sumidos cada uno en sus propias cavilaciones, hasta que, por el rabillo del ojo, Anzu vio que el shinobi de Amegakure empezaba a hacer estiramientos. Al poco se levantó, no sin dificultad, entonando unas palabras que sonaban a despedida y culminadas con un reto. «Meh, mi salida de escena había quedado mucho mejor...», pensó Anzu para sus adentros, estrechándole la mano a Daruu.
—¿Que si quiero? No es que quiera, socio, es que cuando nos volvamos a encontrar aplastaré tu Rasengan con mi técnica especial super secreta y luego me pondré fina de ramen a tu costa. Dalo por hecho —fardó, con una amplia sonrisa cargada de determinación que hizo estirarse su cicatriz.
Lo cierto era que Anzu no tenía ninguna 'técnica especial super secreta'... De momento.
Anzu asintió, pensativa. «Ayame... La verdad es que parece inofensiva, pero todavía recuerdo aquella técnica suya. Y Eri, la otra, tanto igual. Meh...» Dejó de darle vueltas al asunto; cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que ella misma no habría tenido ni una sola oportunidad contra semejantes bestias, que podían destrozar un pilar de roca con sus propias manos —y eso la molestaba sobremanera—.
Se quedaron allí callados un rato, sumidos cada uno en sus propias cavilaciones, hasta que, por el rabillo del ojo, Anzu vio que el shinobi de Amegakure empezaba a hacer estiramientos. Al poco se levantó, no sin dificultad, entonando unas palabras que sonaban a despedida y culminadas con un reto. «Meh, mi salida de escena había quedado mucho mejor...», pensó Anzu para sus adentros, estrechándole la mano a Daruu.
—¿Que si quiero? No es que quiera, socio, es que cuando nos volvamos a encontrar aplastaré tu Rasengan con mi técnica especial super secreta y luego me pondré fina de ramen a tu costa. Dalo por hecho —fardó, con una amplia sonrisa cargada de determinación que hizo estirarse su cicatriz.
Lo cierto era que Anzu no tenía ninguna 'técnica especial super secreta'... De momento.