2/07/2016, 22:48
La chica de orbes carmesí dejó atrás en su mirada a la camarera, y volvió a enfocar a su acompañante. Mogura no tardó e romper el leve silencio, no había modo de que ambos permaneciesen de tal manera, casi parecían un par de cotorras... Aunque era casi obvio que ambos lo hacían con tal de no mantener un incómodo silencio. En ésta ocasión, preguntó si volvería a entrenar tras la cena.
—Si, casi seguro. No quiero perder la costumbre... necesito entrenar y volverme fuerte.
La chica comenzó a tornear parte de su cabellera, dándole un giro constante a parte de su flequillo. Quizás por algo de nerviosismo. Realmente no sabía porqué había comenzado a hacerlo, pero igual le hacía sentir más cómoda. —No pienses que es algo obsesivo... es solo que... me sentiría realmente desanimada de no hacer algo por mi futuro...
Aunque sus palabras no guardaban secreto, ciertamente eran tristes. No mostraba ápice de arrepentimiento en lo dicho, y aun así no parecía triste en ésta ocasión. Seguramente era cosa de que estaba más que convencida en que hacía lo correcto. Dirigir su vida hacia un objetivo firme y sin titubear no podía ser un error, de ninguna manera.
—¿Y tu...? ¿Qué harás tras cenar?
De nuevo, la chica le devolvió la pregunta tal y como la había recibido. No con odio, mas bien con curiosidad.
—Si, casi seguro. No quiero perder la costumbre... necesito entrenar y volverme fuerte.
La chica comenzó a tornear parte de su cabellera, dándole un giro constante a parte de su flequillo. Quizás por algo de nerviosismo. Realmente no sabía porqué había comenzado a hacerlo, pero igual le hacía sentir más cómoda. —No pienses que es algo obsesivo... es solo que... me sentiría realmente desanimada de no hacer algo por mi futuro...
Aunque sus palabras no guardaban secreto, ciertamente eran tristes. No mostraba ápice de arrepentimiento en lo dicho, y aun así no parecía triste en ésta ocasión. Seguramente era cosa de que estaba más que convencida en que hacía lo correcto. Dirigir su vida hacia un objetivo firme y sin titubear no podía ser un error, de ninguna manera.
—¿Y tu...? ¿Qué harás tras cenar?
De nuevo, la chica le devolvió la pregunta tal y como la había recibido. No con odio, mas bien con curiosidad.