3/07/2016, 15:49
Pronto el cálido saludo entre dos jovenes gennin que llevaban mucho tiempo sin conversar se volvió más oscuro y lóbrego. A medida que evocaban los recuerdos del ataque del Shukaku, se hacía evidente en los rostros de los muchachos que aquella había sido una experiencia difícil de superar. Una gran ciudad, próspera, verde y rica, había sido reducida a cenizas. Anzu había visitado lo que después se conocería como el Lago del Recuerdo, y había visto el mausoleo erigido en honor a las víctimas, pero no halló consuelo ni paz. Por más que ahora hubiese un manantial de aguas cristalinas, ella seguía viendo un yermo cráter.
Sin embargo, más importante le parecía el tema al que Tatsuya hacía referencia; había alguien cuyos planes se entretejían por encima de las Tres Grandes Aldeas. No podía parar de pensar tampoco en lo que aquel hombre que decía ser Rikudo Sennin les había confiado. «El hombre de la risa inquietante...» Por más vueltas que le había dado al asunto, no le encontraba sentido alguno. «Lo que sí tiene sentido es que ahí fuera hay cabrones intentando apoderarse de los jinchuuriki», y al instante se imaginó el rostro desencajado de Uchiha Datsue.
—Por cierto, ¿ya habías avisado de que vendríamos?
—La verdad es que no —admitió la kunoichi con aire distraído—. Pero no te preocupes, estoy dispuesta a pasar por encima de quien haga falta para informar al Kawakage-sama.
Convencida, entró en el Edificio y se dirigió, sin pudor alguno, hacia el mostrador de recepción.
—Venimos a ver a Senju-sama. Es un asunto muy importante —hizo incapié en la relevancia del tema—. ¿Por dónde queda?
Sin embargo, más importante le parecía el tema al que Tatsuya hacía referencia; había alguien cuyos planes se entretejían por encima de las Tres Grandes Aldeas. No podía parar de pensar tampoco en lo que aquel hombre que decía ser Rikudo Sennin les había confiado. «El hombre de la risa inquietante...» Por más vueltas que le había dado al asunto, no le encontraba sentido alguno. «Lo que sí tiene sentido es que ahí fuera hay cabrones intentando apoderarse de los jinchuuriki», y al instante se imaginó el rostro desencajado de Uchiha Datsue.
—Por cierto, ¿ya habías avisado de que vendríamos?
—La verdad es que no —admitió la kunoichi con aire distraído—. Pero no te preocupes, estoy dispuesta a pasar por encima de quien haga falta para informar al Kawakage-sama.
Convencida, entró en el Edificio y se dirigió, sin pudor alguno, hacia el mostrador de recepción.
—Venimos a ver a Senju-sama. Es un asunto muy importante —hizo incapié en la relevancia del tema—. ¿Por dónde queda?