3/07/2016, 19:35
Con la llegada del invierno la primera nevada descendió hasta la tranquila Uzushiogakure, hogar de los ninjas del Remolino. Con aquellos primeros copos salieron de sus casas todos los niños tratando de esculpir sus muñecos de nieve, tal y como ellos se lo imaginaban. Algunos, además, contaban con la inestimable ayuda de sus progenitores.
Se había cumplido casi un año de los fatídicos acontecimientos de los Dojos del Combatiente, ahora convertido en el Lago de los Recuerdos, aunque muchos seguían teniendo muy presente lo que sucedió, así como sus consecuencias.
En los campos de entrenamiento sin embargo, lejos de divertirse, dos figuras seguían con la rutina. Por un lado había un tipo fuerte como una peidra seguía luciendo su camiseta sin mangas con tal de mostrar al mundo los bíceps que tanto había trabajado así como en su camiseta se dibujaban sus pectorales, bien marcados y esculpidos. Por el otro, una aparentemente inocente muchacha de cabellos crecidos y azulados como el cielo, fortalecida con el paso del tiempo. Se trataba de Mizumi Eri, finalista de aquel torneo de los horrores y de su sensei, Shinobu Toyo.
— Has crecido mucho durante todo este año. Parece increíble que una niñita tan inocente como tu pueda ser tan fuerte. Algún día pegarás tan fuerte como yo — dije el fortachón con su usual actitud bromista — Ha llegado la hora de que le demuestres al mundo lo que te ha enseñado el gran Toyo, ¿No te parece? De hecho... ¿Te acuerdas de Yota? Si, ya sé que te llevas bien con él pero la cuestión es... ¿Cuanto bien te llevas con él? Sabes manejarte sola, incluso conmigo, claro, eso es fácil, soy un tipo sencillo y de cualidades extraordinarias
Se puso las manos en los bolsillos, alzando la cabeza, colándose algún que otro copo de nieve en los ojos para después humedecerlos.
— El otro Yota, el huesitos, aún no hemos dado con él, quién sabe por donde andará, pero con el Sasagani también has hecho migas. quiero que trabajes con él pero desconozco donde coño se ha metido. Estoy convencido de que podéis formar un increíble equipo. Estate atenta, cuando le vea el pelo volveré a por ti para daros trabajo. Por ahora descansa unos días y disfruta de la noche de fin de año, ¿Vale?
Tras el invierno llegó la primavera y con ella el año nuevo. Un año tras el torneo de los horrores, la masacre dibujada por uno de los más temidos de los peligros del mundo: un bijuu.
Eri había recibido la notificación de Toyo.
Yo tuve que recibirle en persona. Ni siquiera supe qué narices quería aquel tipo.
— Vamos, chaval. Vístete y vámonos que hay cosas que hacer
— Hmmm... Otra vez tu... Hace un año que nos vimos, recuerdo todos y cada uno de los momentos de aquel puto torneo del demonio, ¿Qué quieres esta vez?
— Vamos, cierra el pico y haz lo que te digo. Tienes que reencontrarte con alguien. A ti también te veo cambiado. Estos jóvenes de hoy en día crecen cada vez más rápido.
Me encogí de hombros. Había logrado captar mi atención.
*¿Tengo que reencontrarme con alguien?*
Solo esperaba que fuese con quien esperaba que fuese. No podía ser nadie más. Así pues le hice caso y me vestí tan rápido como pude, accediendo a los deseos de Toyo, acompañándole hasta el lugar del encuentro. Llevaba uno de mis caramelos en la boca, observando el riachuelo que pasaba debajo de aquel puente carmesí en el que nos detuvimos.
— ¿Y bien?
— No seas impaciente, estará al caer dijo al mismo tiempo que "aprovechaba" el tiempo haciendo dominadas con la ayuda de aquel puente.
Se había cumplido casi un año de los fatídicos acontecimientos de los Dojos del Combatiente, ahora convertido en el Lago de los Recuerdos, aunque muchos seguían teniendo muy presente lo que sucedió, así como sus consecuencias.
En los campos de entrenamiento sin embargo, lejos de divertirse, dos figuras seguían con la rutina. Por un lado había un tipo fuerte como una peidra seguía luciendo su camiseta sin mangas con tal de mostrar al mundo los bíceps que tanto había trabajado así como en su camiseta se dibujaban sus pectorales, bien marcados y esculpidos. Por el otro, una aparentemente inocente muchacha de cabellos crecidos y azulados como el cielo, fortalecida con el paso del tiempo. Se trataba de Mizumi Eri, finalista de aquel torneo de los horrores y de su sensei, Shinobu Toyo.
— Has crecido mucho durante todo este año. Parece increíble que una niñita tan inocente como tu pueda ser tan fuerte. Algún día pegarás tan fuerte como yo — dije el fortachón con su usual actitud bromista — Ha llegado la hora de que le demuestres al mundo lo que te ha enseñado el gran Toyo, ¿No te parece? De hecho... ¿Te acuerdas de Yota? Si, ya sé que te llevas bien con él pero la cuestión es... ¿Cuanto bien te llevas con él? Sabes manejarte sola, incluso conmigo, claro, eso es fácil, soy un tipo sencillo y de cualidades extraordinarias
Se puso las manos en los bolsillos, alzando la cabeza, colándose algún que otro copo de nieve en los ojos para después humedecerlos.
— El otro Yota, el huesitos, aún no hemos dado con él, quién sabe por donde andará, pero con el Sasagani también has hecho migas. quiero que trabajes con él pero desconozco donde coño se ha metido. Estoy convencido de que podéis formar un increíble equipo. Estate atenta, cuando le vea el pelo volveré a por ti para daros trabajo. Por ahora descansa unos días y disfruta de la noche de fin de año, ¿Vale?
···
Tras el invierno llegó la primavera y con ella el año nuevo. Un año tras el torneo de los horrores, la masacre dibujada por uno de los más temidos de los peligros del mundo: un bijuu.
Eri había recibido la notificación de Toyo.
¡Hola pequeñaja!
¿Recuerdas lo que hablamos en invierno? ¡Yota ha vuelto! Es hora de ponerse manos a la obra. A él ya le he citado, así que no me falles, ¿Eh? Venga, nos vemos mañana a primera hora en el puente frente al edificio de la Uzukage Ni un minuto más tarde, ni un minuto antes.
Toyo-sensei.
¿Recuerdas lo que hablamos en invierno? ¡Yota ha vuelto! Es hora de ponerse manos a la obra. A él ya le he citado, así que no me falles, ¿Eh? Venga, nos vemos mañana a primera hora en el puente frente al edificio de la Uzukage Ni un minuto más tarde, ni un minuto antes.
Toyo-sensei.
Yo tuve que recibirle en persona. Ni siquiera supe qué narices quería aquel tipo.
— Vamos, chaval. Vístete y vámonos que hay cosas que hacer
— Hmmm... Otra vez tu... Hace un año que nos vimos, recuerdo todos y cada uno de los momentos de aquel puto torneo del demonio, ¿Qué quieres esta vez?
— Vamos, cierra el pico y haz lo que te digo. Tienes que reencontrarte con alguien. A ti también te veo cambiado. Estos jóvenes de hoy en día crecen cada vez más rápido.
Me encogí de hombros. Había logrado captar mi atención.
*¿Tengo que reencontrarme con alguien?*
Solo esperaba que fuese con quien esperaba que fuese. No podía ser nadie más. Así pues le hice caso y me vestí tan rápido como pude, accediendo a los deseos de Toyo, acompañándole hasta el lugar del encuentro. Llevaba uno de mis caramelos en la boca, observando el riachuelo que pasaba debajo de aquel puente carmesí en el que nos detuvimos.
— ¿Y bien?
— No seas impaciente, estará al caer dijo al mismo tiempo que "aprovechaba" el tiempo haciendo dominadas con la ayuda de aquel puente.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa