4/07/2016, 01:19
Escuchó como decía su nombre por primera vez. ¡No soñaba! Era su compañero, al que pegó en el torneo, el que le dio de su propia medicina antes de caer rendido bajo su pequeño cuerpo. La saludó, y unos segundos después de sus dos palabras de saludo, él también habló:
— ¡Eri! —Exclamó acercándose a la peliazul, haciendo que ésta se llevase una mano al pecho. — ¡Vaya si has crecido este año! ¿Qué ha sido de ti durante todo este tiempo? Vamos, dame un abrazo, joder.
''Tu también has crecido mucho...''
Observó al pelirrojo de pies a cabeza y para su sorpresa había cambiado también en muchos aspectos, sentía como si sus rasgos se hubiesen endurecido en el último año, como si fuese más mayor, más... Maduro. Y eso hacía que sintiese una tremenda envidia porque, en el fondo, sentía que ella se había quedado estancada en una primavera eterna, para siempre.
— Bueno, venga, no hay tiempo que perder, arreando que no hay tiempo que perder.
''Nos une y nos mete prisa, este hombre...'' Lanzó una mirada asesina a su sensei, pero pronto se vio rodeada por dos cálidos brazos, acogiéndola como hacía mucho tiempo nadie lo hacía. La joven, casi sin respiración, correspondió a los pocos segundos de la acción, apretando fuerte su cuerpo con el de ella. Lo había echado mucho de menos, y por nada del mundo quería separarse de nuevo de él, nunca.
—Te eché de menos, Yota. — Afirmó dejando por fin a su corazón hablar por ella cuando el muchacho rozó la mejilla de la joven con sus labios.
Pero en algún momento todo lo bueno tiene que terminar.
— No, en serio, vais a entrar allí y vais a pedir una misión. Ya es hora de que hagáis algo por Uzushiogakure.
—Que sí, Toyo-sensei, ya vamos. — Se separó lentamente del pelirrojo, a quien le dedicó una tímida sonrisa acompañada de un ya visible sonrojo en sus mejillas; lo tomó de su mano diestra y tiró de él hacia la torre de la Uzukage, todo bajo la atenta mirada del pelirrojo mayor. —Allá vamos. — Dijo más para ella misma que para sus dos acompañantes.
— ¡Eri! —Exclamó acercándose a la peliazul, haciendo que ésta se llevase una mano al pecho. — ¡Vaya si has crecido este año! ¿Qué ha sido de ti durante todo este tiempo? Vamos, dame un abrazo, joder.
''Tu también has crecido mucho...''
Observó al pelirrojo de pies a cabeza y para su sorpresa había cambiado también en muchos aspectos, sentía como si sus rasgos se hubiesen endurecido en el último año, como si fuese más mayor, más... Maduro. Y eso hacía que sintiese una tremenda envidia porque, en el fondo, sentía que ella se había quedado estancada en una primavera eterna, para siempre.
— Bueno, venga, no hay tiempo que perder, arreando que no hay tiempo que perder.
''Nos une y nos mete prisa, este hombre...'' Lanzó una mirada asesina a su sensei, pero pronto se vio rodeada por dos cálidos brazos, acogiéndola como hacía mucho tiempo nadie lo hacía. La joven, casi sin respiración, correspondió a los pocos segundos de la acción, apretando fuerte su cuerpo con el de ella. Lo había echado mucho de menos, y por nada del mundo quería separarse de nuevo de él, nunca.
—Te eché de menos, Yota. — Afirmó dejando por fin a su corazón hablar por ella cuando el muchacho rozó la mejilla de la joven con sus labios.
Pero en algún momento todo lo bueno tiene que terminar.
— No, en serio, vais a entrar allí y vais a pedir una misión. Ya es hora de que hagáis algo por Uzushiogakure.
—Que sí, Toyo-sensei, ya vamos. — Se separó lentamente del pelirrojo, a quien le dedicó una tímida sonrisa acompañada de un ya visible sonrojo en sus mejillas; lo tomó de su mano diestra y tiró de él hacia la torre de la Uzukage, todo bajo la atenta mirada del pelirrojo mayor. —Allá vamos. — Dijo más para ella misma que para sus dos acompañantes.