4/07/2016, 14:40
El chiste de la Kunoichi había sido realmente malo, pero incluso así logró sacarle al chico una risa. Una sonrisa leve, pero menos da una piedra. Parecía ser que tampoco se le daba tan mal eso de contar chistes como ella pensaba, y eso que no era por falta de confianza. Cada cual es mejor o peor en ciertas cosas, y éste no era para nada uno de sus puntos fuertes, el humor le resultaba bastante complicado.
Para cuando la chica le dijo que podía desviar su rumbo para acompañarla hasta la tienda de paraguas, fue el médico quien soltó la broma. Al menos eso fue lo que pareció, comentando que era la mejor escolta posible para realizar esa ardua misión. La chica rió un poco mas, consecuencia de las palabras de Mogura. —Jajajaj.... ni que fuésemos a luchar contra un dios para obtener el paraguas...— Inquirió la chica mientras llevaba su vista hacia detrás de Mogura.
Si, al parecer ya estaba de camino la camarera, y a Katomi le cambió la cara por completo. La chica llevaba un enorme plato con un flan de huevo gigantesco, adornado con una montaña de nata, y tanto caramelo que parecía tratarse de un río. Tenía para ésto ayuda de un carrito con ruedas, conde sostenía el mencionado plato, así como otro no tan exagerado donde las tortitas de Mogura se aglomeraban en una enorme montaña. Sin duda la kunoichi no esperaba que fuesen así de apetitosos y grandes los postres, sobre todo de lo segundo.
—Ostras...— Se le escapó a la chica, anunciando a la camarera.
La mesera al llegar a la altura de la mesa, puso el plato de tortitas frente a Mogura. —Tortitas de fruta para el señor— Tras lo cuál, puso el enorme flan frente a la chica de cabellera color de la nieve. —Y un flan con nata para la señorita.— No tardó en retirarse levemente, y conservar una disimulada pero cortés reverencia. —Espero que todo sea de vuestro agrado. Que aproveche.
—G-gracias...— Contestó Katomi, sorprendida aún por el tamaño de su postre.
Para cuando la mesera se fue, Katomi no pudo evitar dar a conocer su opinión. —Con éste flan almuerza una familia de Uzushiogakureños durante una semana... jajaja...
Para cuando la chica le dijo que podía desviar su rumbo para acompañarla hasta la tienda de paraguas, fue el médico quien soltó la broma. Al menos eso fue lo que pareció, comentando que era la mejor escolta posible para realizar esa ardua misión. La chica rió un poco mas, consecuencia de las palabras de Mogura. —Jajajaj.... ni que fuésemos a luchar contra un dios para obtener el paraguas...— Inquirió la chica mientras llevaba su vista hacia detrás de Mogura.
Si, al parecer ya estaba de camino la camarera, y a Katomi le cambió la cara por completo. La chica llevaba un enorme plato con un flan de huevo gigantesco, adornado con una montaña de nata, y tanto caramelo que parecía tratarse de un río. Tenía para ésto ayuda de un carrito con ruedas, conde sostenía el mencionado plato, así como otro no tan exagerado donde las tortitas de Mogura se aglomeraban en una enorme montaña. Sin duda la kunoichi no esperaba que fuesen así de apetitosos y grandes los postres, sobre todo de lo segundo.
—Ostras...— Se le escapó a la chica, anunciando a la camarera.
La mesera al llegar a la altura de la mesa, puso el plato de tortitas frente a Mogura. —Tortitas de fruta para el señor— Tras lo cuál, puso el enorme flan frente a la chica de cabellera color de la nieve. —Y un flan con nata para la señorita.— No tardó en retirarse levemente, y conservar una disimulada pero cortés reverencia. —Espero que todo sea de vuestro agrado. Que aproveche.
—G-gracias...— Contestó Katomi, sorprendida aún por el tamaño de su postre.
Para cuando la mesera se fue, Katomi no pudo evitar dar a conocer su opinión. —Con éste flan almuerza una familia de Uzushiogakureños durante una semana... jajaja...