5/07/2016, 16:47
Escuchar su voz fue como escuchar por primera vez desde hace un año el canto de ese simpático pajarillo que siempre se posa en tu alféizar cada mañana después de haber estado tiempo lejos de casa.
Pero en Amegakure siempre llovía, y no había muchos pájaros.
Daruu se dio la vuelta, sorprendido, con el corazón bombeando sangre a toda velocidad. De pronto se vio un poco mareado. Demasiada casualidad. Mismo sitio, mismas personas. Justo el día que volvía desde hacía un año.
Abandonó todo pensamiento y se arrojó a los brazos de Ayame. La rodeó y la apretó como un niño a su inseparable peluche.
—¡Ayame! Ay, madre... ¡No esperaba verte aquí! Qué... —se separó y dudó un segundo—. Qué guapa estás, Ayame.
Tan guapa como le había parecido siempre, pero con menos miedo a lo que pudiera pasar por admitirlo; Ayame se había dejado crecer el pelo, pero por lo demás seguía siendo la misma chiquilla mona con ojos grandes. Su indumentaria de kunoichi había cambiado un poco, también. Pero seguía el mismo diseño qie de costumbre.
—Llevo mucho tiempo pensando en lo que pasó. Lo siento. Te has debido sentir abandonada, sobretodo después... después del beso.
»No sabes lo mucho que me he arrepentido de dudar. De no poder decirte un "espérame". Yo... de verdad me gustó. No quería irme, pero a Seremaru y a mi madre les pareció adecuado que partiera cuanto antes...
Suspiró y se apartó un poco.
Había pensado mucho tiempo cómo disculparse y también en lo que iban a hacer a partir de ahora si se reencontraban y comprobaba que Ayame seguía sintiendo por él lo mismo que él por ella. Pero también se había preparado para lo peor.
Que no fuera así.
—No sé si querrás saber nada de aquello después de todo lo que ha pasado... de todo el tiempo que ha pasado. Pero Seremaru me dijo que si de verdad sentía algo debía luchar por ello. Con cuidado. Pero no intentar ignorarlo. Bueno, dice muchas cosas y a veces se equivoca pero yo creo que otras muchas veces es muy sabio y... y...
No se había dado cuenta, pero estaba hablando a toda velocidad y gesticulando aún más rápido.
Pero en Amegakure siempre llovía, y no había muchos pájaros.
Daruu se dio la vuelta, sorprendido, con el corazón bombeando sangre a toda velocidad. De pronto se vio un poco mareado. Demasiada casualidad. Mismo sitio, mismas personas. Justo el día que volvía desde hacía un año.
Abandonó todo pensamiento y se arrojó a los brazos de Ayame. La rodeó y la apretó como un niño a su inseparable peluche.
—¡Ayame! Ay, madre... ¡No esperaba verte aquí! Qué... —se separó y dudó un segundo—. Qué guapa estás, Ayame.
Tan guapa como le había parecido siempre, pero con menos miedo a lo que pudiera pasar por admitirlo; Ayame se había dejado crecer el pelo, pero por lo demás seguía siendo la misma chiquilla mona con ojos grandes. Su indumentaria de kunoichi había cambiado un poco, también. Pero seguía el mismo diseño qie de costumbre.
—Llevo mucho tiempo pensando en lo que pasó. Lo siento. Te has debido sentir abandonada, sobretodo después... después del beso.
»No sabes lo mucho que me he arrepentido de dudar. De no poder decirte un "espérame". Yo... de verdad me gustó. No quería irme, pero a Seremaru y a mi madre les pareció adecuado que partiera cuanto antes...
Suspiró y se apartó un poco.
Había pensado mucho tiempo cómo disculparse y también en lo que iban a hacer a partir de ahora si se reencontraban y comprobaba que Ayame seguía sintiendo por él lo mismo que él por ella. Pero también se había preparado para lo peor.
Que no fuera así.
—No sé si querrás saber nada de aquello después de todo lo que ha pasado... de todo el tiempo que ha pasado. Pero Seremaru me dijo que si de verdad sentía algo debía luchar por ello. Con cuidado. Pero no intentar ignorarlo. Bueno, dice muchas cosas y a veces se equivoca pero yo creo que otras muchas veces es muy sabio y... y...
No se había dado cuenta, pero estaba hablando a toda velocidad y gesticulando aún más rápido.