10/07/2016, 16:25
—Pues… De hecho sí, de hecho sí…En la posada Tres Mentiras, creo que se llamaba… ¿Sabes dónde está? Me harías un gran favor si me llevaras hasta allí… Ahora mismo ando más perdido que un Uzureño en combate, la verdad. Por todo el omoide y eso…
—No creo que haya nadie en esta ciudad que no haya oído hablar de las Tres Mentiras, socio —respondió Anzu al recuperar el aliento—. Te alojas en la posada más famosa de Shinogi-To, ya lo creo. Circulan todo tipo de historias sobre el origen de su nombre... Habría que ser sordo para no haber escuchado alguna de ellas.
La Yotsuki se pasó una mano por el pelo, empapado, y sin previo aviso empezó a andar entre las sombras del callejón. En aquel momento no sabía muy bien donde estaba, por lo que más que llevándole a su hostal, estaba buscando salir a alguna calle más ancha y reconocible para orientarse. Mientras caminaba empezó pensar en las múltiples historias que había oído sobre las Tres Mentiras.
—Dicen que el dueño original fue un shinobi renegado de Amegakure, que huyó a Shinogi-To disfrazado de comerciante. Cuando los ninjas de la Lluvia llegaron a la ciudad en su busca, les contó tres mentiras tan convincentes que desde entonces nunca más han vuelto a preguntar por él —explicó Anzu, que hablaba mientras sus vivaces ojos se movían de un lado a otro en busca de alguna referencia—. También he oído que se llama así porque, en realidad su dueño no era un criminal, sino más bien un tanto ligero de cascos. Estando casado tuvo tres amantes, que al final lo delataron, y cuentan que al final lo mataron de una paliza que le dieron ellas y su mujer.
Los gennin salieron al fin a una calle más amplia, bien iluminada gracias a las farolas que estaban plantadas por aquí y por allá. Anzu sonrió al ver el cartel de una carnicería que conocía bastante bien. «¡Bingo! Está chupado, ahora sólo hay que seguir por aquí, doblar en la esquina del cuartel y seguir un par de calles más...» Estaba orientada.
—Supongo que la mayoría son sólo chorradas, aquí la peña se aburre mucho —añadió antes de reanudar la marcha, quitándole importancia a las habladurías sobre las Tres Mentiras—. Oye...
» Vaya cogida lo de tu viejo, ¿eh? Bien callado que te lo tenías. Menuda bestia, ¿de dónde coño ha salido?
—No creo que haya nadie en esta ciudad que no haya oído hablar de las Tres Mentiras, socio —respondió Anzu al recuperar el aliento—. Te alojas en la posada más famosa de Shinogi-To, ya lo creo. Circulan todo tipo de historias sobre el origen de su nombre... Habría que ser sordo para no haber escuchado alguna de ellas.
La Yotsuki se pasó una mano por el pelo, empapado, y sin previo aviso empezó a andar entre las sombras del callejón. En aquel momento no sabía muy bien donde estaba, por lo que más que llevándole a su hostal, estaba buscando salir a alguna calle más ancha y reconocible para orientarse. Mientras caminaba empezó pensar en las múltiples historias que había oído sobre las Tres Mentiras.
—Dicen que el dueño original fue un shinobi renegado de Amegakure, que huyó a Shinogi-To disfrazado de comerciante. Cuando los ninjas de la Lluvia llegaron a la ciudad en su busca, les contó tres mentiras tan convincentes que desde entonces nunca más han vuelto a preguntar por él —explicó Anzu, que hablaba mientras sus vivaces ojos se movían de un lado a otro en busca de alguna referencia—. También he oído que se llama así porque, en realidad su dueño no era un criminal, sino más bien un tanto ligero de cascos. Estando casado tuvo tres amantes, que al final lo delataron, y cuentan que al final lo mataron de una paliza que le dieron ellas y su mujer.
Los gennin salieron al fin a una calle más amplia, bien iluminada gracias a las farolas que estaban plantadas por aquí y por allá. Anzu sonrió al ver el cartel de una carnicería que conocía bastante bien. «¡Bingo! Está chupado, ahora sólo hay que seguir por aquí, doblar en la esquina del cuartel y seguir un par de calles más...» Estaba orientada.
—Supongo que la mayoría son sólo chorradas, aquí la peña se aburre mucho —añadió antes de reanudar la marcha, quitándole importancia a las habladurías sobre las Tres Mentiras—. Oye...
» Vaya cogida lo de tu viejo, ¿eh? Bien callado que te lo tenías. Menuda bestia, ¿de dónde coño ha salido?