11/07/2016, 00:11
—Shunsuke.
—¿Sí?
—Recuérdame porqué estamos aquí.
—Porque nos dirigimos a Kasukami y para llegar tenemos que cruzar las Islas del Té.
—¿Cómo fue que me deje convencer?
—Fue usted el que quiso reunirse con el jefe Yakuza
—...
Los dos shinobis atravesaban la salvaje selva como si fuera un paseo por su casa, el ambiente tropical era de lo más normal para ellos y a pesar de calor sus ropas no eran lo que se llamaría "frescas". Unos pescadores les habían contado sobre una pequeña isla cerca de la Mediana Roja, libre de gente y pensaron que quizás sería buena idea visitarla para realizar un entrenamiento. Quizás el clima los decepcionó un poco, no era tan "extremo" como pensaban, al menos no para cualquier habitante del País de Río, pero no por eso Tatsuya se iba a salvar de las terribles rutinas a las que su niñero-casi hermano-guardaespaldas-pseudo maestro le sometía.
—Aquí nadie nos molestará, las personas en las otras islas eran unas metiches ¿vió como se me quedaban viendo?— Le preguntó a su protegido.
—Shunsuke... ¿Cómo no quieres que se te queden viendo si vas por la vida con un parche en el ojo, pelo parado, ropas de cuero y una dai shuriken en la espalda?— Le respondió casi regañándolo.
—Bueno sí, creo que no es muy normal— Se llevó la mano al mentón cómo si reflexionase sobre algo muy profundo.
El castaño lucía más como un criminal que como un guardían, pero no le apetecía llevar el uniforme ni la bandana al no estar de servicio. Tenían una cita con el jefe de los Hakaze, al no poder concretar los negocios del Tamahagane en Yamiria terminaron dependiendo de la alianza con los Hakaze, pero a diferencia de su madre el heredero de los Takanashi no planeaba consentir eso. Tenía que arreglar las cosas y de paso entrenaría en el camino al País del Agua.
Mientras viajaban el espadachín había logrado mejorar un poco su ninjutsu así como sus habilidades naturales, sin embargo aún estaba años luz de poder igualar a Shunsuke en combate...
—¿Sí?
—Recuérdame porqué estamos aquí.
—Porque nos dirigimos a Kasukami y para llegar tenemos que cruzar las Islas del Té.
—¿Cómo fue que me deje convencer?
—Fue usted el que quiso reunirse con el jefe Yakuza
—...
Los dos shinobis atravesaban la salvaje selva como si fuera un paseo por su casa, el ambiente tropical era de lo más normal para ellos y a pesar de calor sus ropas no eran lo que se llamaría "frescas". Unos pescadores les habían contado sobre una pequeña isla cerca de la Mediana Roja, libre de gente y pensaron que quizás sería buena idea visitarla para realizar un entrenamiento. Quizás el clima los decepcionó un poco, no era tan "extremo" como pensaban, al menos no para cualquier habitante del País de Río, pero no por eso Tatsuya se iba a salvar de las terribles rutinas a las que su niñero-casi hermano-guardaespaldas-pseudo maestro le sometía.
—Aquí nadie nos molestará, las personas en las otras islas eran unas metiches ¿vió como se me quedaban viendo?— Le preguntó a su protegido.
—Shunsuke... ¿Cómo no quieres que se te queden viendo si vas por la vida con un parche en el ojo, pelo parado, ropas de cuero y una dai shuriken en la espalda?— Le respondió casi regañándolo.
—Bueno sí, creo que no es muy normal— Se llevó la mano al mentón cómo si reflexionase sobre algo muy profundo.
El castaño lucía más como un criminal que como un guardían, pero no le apetecía llevar el uniforme ni la bandana al no estar de servicio. Tenían una cita con el jefe de los Hakaze, al no poder concretar los negocios del Tamahagane en Yamiria terminaron dependiendo de la alianza con los Hakaze, pero a diferencia de su madre el heredero de los Takanashi no planeaba consentir eso. Tenía que arreglar las cosas y de paso entrenaría en el camino al País del Agua.
Mientras viajaban el espadachín había logrado mejorar un poco su ninjutsu así como sus habilidades naturales, sin embargo aún estaba años luz de poder igualar a Shunsuke en combate...