12/07/2016, 14:22
Ante la preocupación de Katomi, para nada estaba priorizando lo que hiciese ahora el chico. Éste pareció ponerse a recoger toda la ropa que se le había caído de la maleta, consecuencia de haberlas cerrado mal, así como un torpe golpetazo. Para cuando terminó de recogerlas, tocó el hombro de la peliblanco. Le ofrecía la cajetilla de tabaco que estaba buscando... ya decía ella que era raro que no la encontrase, se habría revuelto entre las cosas del chico.
«Bueno, éste chico con tendencias afeminadas al menos se ha disculpado, y me está devolviendo la cajetilla... no parece tan desagradable...»
La Sarutobi tomó la cajetilla, aún con algo de recelo, pero mas calmada sin duda. —Gracias, chico. Justo estaba buscándola...— Pero éste no tardó en volver a hablar. Al menos por el momento tenía la atención de la chica. Pero sin duda alguna se estaba arriesgando, bastante si cabe decir.
El chico de orbes blancos le comentó en un tono bastante bajo que no tenía mas pantalones, o vestimentas, e ir con un agujero en esa zona no le parecía demasiado bonito. Pedía ayuda a la Sarutobi de manera descarada, quizás tomando en referencia que ella había sido la causante, o que quizás le había perdonado por encontrarle la cajetilla de cigarrillos.
Katomi dejó caer un leve suspiro mientras guardaba la cajetilla en el bolsillo, aunque previamente había sacado uno de los cigarrillos que ésta contenía. —Vamos a ver...— Instó mientras se llevaba el cigarrillo a la boca. Con un mero sello a una mano, y el indice de la otra apuntando al cigarrillo, la chica creó una pequeña llama suficiente como para prender el extremo. Le propinó una leve calada, y se alejó el cigarrillo de la boca con tranquilidad. Tras ello, dejó escapar el humo que retenía en los pulmones.
—¿Qué pretendes que haga? No tengo culpa de que solo trajeses ropa de mujer... No voy a meterme con lo que te guste vestir, pero ya eres mayorcito para prever que puedas necesitar otro tipo de ropa. Lo cuál me recuerda que no solo llevas ropa de mujer en las maletas... además tienes las manos bien largas. Si estás en ésta situación, es por tocar cosas que no debes tocar. ¿Acaso eres algún tipo de pervertido?
Sin duda, Katomi no pensaba aguantarse nada. Era ruda como una piedra, directa y casi sin sentimientos. Al menos era sincera, cosa que a veces es de agradecerse en las personas. Esperó la respuesta ante su acusación, entre tanto se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca, y le propinó una calada con parsimonia.
«Bueno, éste chico con tendencias afeminadas al menos se ha disculpado, y me está devolviendo la cajetilla... no parece tan desagradable...»
La Sarutobi tomó la cajetilla, aún con algo de recelo, pero mas calmada sin duda. —Gracias, chico. Justo estaba buscándola...— Pero éste no tardó en volver a hablar. Al menos por el momento tenía la atención de la chica. Pero sin duda alguna se estaba arriesgando, bastante si cabe decir.
El chico de orbes blancos le comentó en un tono bastante bajo que no tenía mas pantalones, o vestimentas, e ir con un agujero en esa zona no le parecía demasiado bonito. Pedía ayuda a la Sarutobi de manera descarada, quizás tomando en referencia que ella había sido la causante, o que quizás le había perdonado por encontrarle la cajetilla de cigarrillos.
Katomi dejó caer un leve suspiro mientras guardaba la cajetilla en el bolsillo, aunque previamente había sacado uno de los cigarrillos que ésta contenía. —Vamos a ver...— Instó mientras se llevaba el cigarrillo a la boca. Con un mero sello a una mano, y el indice de la otra apuntando al cigarrillo, la chica creó una pequeña llama suficiente como para prender el extremo. Le propinó una leve calada, y se alejó el cigarrillo de la boca con tranquilidad. Tras ello, dejó escapar el humo que retenía en los pulmones.
—¿Qué pretendes que haga? No tengo culpa de que solo trajeses ropa de mujer... No voy a meterme con lo que te guste vestir, pero ya eres mayorcito para prever que puedas necesitar otro tipo de ropa. Lo cuál me recuerda que no solo llevas ropa de mujer en las maletas... además tienes las manos bien largas. Si estás en ésta situación, es por tocar cosas que no debes tocar. ¿Acaso eres algún tipo de pervertido?
Sin duda, Katomi no pensaba aguantarse nada. Era ruda como una piedra, directa y casi sin sentimientos. Al menos era sincera, cosa que a veces es de agradecerse en las personas. Esperó la respuesta ante su acusación, entre tanto se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca, y le propinó una calada con parsimonia.