Ambos se encontraban en unas playas desiertas rodeados de palmeras de todo tipo, se escuchaba el grito de algunos monos aulladores desde el interior de la jungla y el cantar de alguna que otra ave. Les costaría atravesar la isla, pero había sido idea del heredero Takanashi el poner un poco de dificultad a su travesía. Hacía ya tiempo que no visitaba un lugar tan caluroso desde el Bosque de los Hongos, sólo esperaba no toparse con animales gigantes y/o zombificados cómo en aquella ocasión.
El entrenamiento continuaba y el castaño tuerto ni siquiera estaba moviendo un sólo dedo, estaba parado de brazos cruzados mientras las shurikens levitaban a su alrededor, lanzándolas con tan sólo pensarlo. Además en cuanto atacaba el número de armas se multiplicaba de manera antinatural. El Takanashi bloqueaba algunas con su katana en una mano, esquivaba otras tantas, usó unas cuantas propias con su otra mano para interceptar un par y lo que no pudo pues tuvo que recurrir al Kikai para no terminar como un queso agujereado. Sin embargo su coordinación no era perfecta, algunas de las estrellas estaban escondidas tanto en las sombras como al ras del agua y no había nada que el pudiera hacer para evitar recibir el impacto.
—¡Ahhhg!— El grito no fue tanto por el dolor de las cortadas, sino por la frustración de no poder defenderse.
—Fuff— Suspiró mientras realizaba un simple sello —¡Suiton: Suigadan!
Tatsuya no vió venir el torbellino de agua, bueno, si lo vió pero por andar concentrado en las shurikens terminó recibiendo la técnica de lleno, mandándolo a volar a tierra firme.
—¡No, no de nuevo!— Ni siquiera intentó levantarse, era demasiado para él.
Shunsuke salió corriendo del agua para cerciorarse de que su protegido no estaba lastimado, si bien había tomado la precaución de reducir la presión del agua para no causarle alguna contusión de todos modos estaba preocupado. En efecto, aparte de los leves cortes de los shurikens no tenía nada más, pero Tatsuya estaba al límite.
—No más, no por hoy. Si sigue así no podrá avanzar y quién sabe que problemas tendrá en esta isla. No se esfuerze de más, amo— Le regaño fríamente.
El Takanashi suspiró, una vez más salía a relucir uno de sus principales puntos débiles, su resistencia. A pesar de su complexión no se le da bien recibir impactos, le cuesta mucho recuperarse y es por eso que decidió entrenar sus demás habilidades. Considera que es mejor esforzarse en lo que es bueno para cubrir sus carencias. Tras meditar un rato creía tener una idea para ponerse a prueba y comprobar si el esfuerzo estaba dando resultados.
—De acuerdo, pero, he estado pensando...— Hizo una breve pausa —Shunsuke, quiero pedirte algo. Déjame avanzar por mi cuenta, regresa a la isla principal de la Mediana Roja. Quiero probar que puedo salir de aquí por mi propio pie.
—¿A que se debe ese repentino cambio?— Lucía preocupado —Me parece demasiado brusco que decida eso, pues hasta ahora lo he estado acompañando para salvaguardarlo y ayudarlo a entrenar. ¿Está seguro, amo?
—Seguro, déjame sólo y no me llames amo.
—Sí a lo primero y no a lo segundo, amo— Su expresión se tornó en sonrisa.
—Ahhhh... Lo que tu digas— Dijo mientras se levantaba.
Descansaron durante algunas horas antes de partir, no era algo para tomar a la ligera. Durante el viaje Shunsuke le había cuidado con dedicación, aunque a veces le resultaba fastidioso a Tatsuya pues llega a ser muy sobreprotector con él, aunque esto es porque desde pequeño lo ha visto crecer. Estaban preparando algunas cosas que pudiese necesitar y también decidió tomar algo de fruta de las palmeras si es que tenían alguna, pues desconocía si en el interior de la jungla encontraría más alimento. También había que atender las heridas producto del entrenamiento que tenía, por suerte eran unos rasguños superficiales, nada serio. Ya con un poco de provisiones estaba listo para adentrarse.
—Conste que usted lo pidió, Tatsuya-sama.
—Lo sé, te veo luego— Y así el pelinegro se internó en la selva tropical.
El entrenamiento continuaba y el castaño tuerto ni siquiera estaba moviendo un sólo dedo, estaba parado de brazos cruzados mientras las shurikens levitaban a su alrededor, lanzándolas con tan sólo pensarlo. Además en cuanto atacaba el número de armas se multiplicaba de manera antinatural. El Takanashi bloqueaba algunas con su katana en una mano, esquivaba otras tantas, usó unas cuantas propias con su otra mano para interceptar un par y lo que no pudo pues tuvo que recurrir al Kikai para no terminar como un queso agujereado. Sin embargo su coordinación no era perfecta, algunas de las estrellas estaban escondidas tanto en las sombras como al ras del agua y no había nada que el pudiera hacer para evitar recibir el impacto.
—¡Ahhhg!— El grito no fue tanto por el dolor de las cortadas, sino por la frustración de no poder defenderse.
—Fuff— Suspiró mientras realizaba un simple sello —¡Suiton: Suigadan!
Tatsuya no vió venir el torbellino de agua, bueno, si lo vió pero por andar concentrado en las shurikens terminó recibiendo la técnica de lleno, mandándolo a volar a tierra firme.
—¡No, no de nuevo!— Ni siquiera intentó levantarse, era demasiado para él.
Shunsuke salió corriendo del agua para cerciorarse de que su protegido no estaba lastimado, si bien había tomado la precaución de reducir la presión del agua para no causarle alguna contusión de todos modos estaba preocupado. En efecto, aparte de los leves cortes de los shurikens no tenía nada más, pero Tatsuya estaba al límite.
—No más, no por hoy. Si sigue así no podrá avanzar y quién sabe que problemas tendrá en esta isla. No se esfuerze de más, amo— Le regaño fríamente.
El Takanashi suspiró, una vez más salía a relucir uno de sus principales puntos débiles, su resistencia. A pesar de su complexión no se le da bien recibir impactos, le cuesta mucho recuperarse y es por eso que decidió entrenar sus demás habilidades. Considera que es mejor esforzarse en lo que es bueno para cubrir sus carencias. Tras meditar un rato creía tener una idea para ponerse a prueba y comprobar si el esfuerzo estaba dando resultados.
—De acuerdo, pero, he estado pensando...— Hizo una breve pausa —Shunsuke, quiero pedirte algo. Déjame avanzar por mi cuenta, regresa a la isla principal de la Mediana Roja. Quiero probar que puedo salir de aquí por mi propio pie.
—¿A que se debe ese repentino cambio?— Lucía preocupado —Me parece demasiado brusco que decida eso, pues hasta ahora lo he estado acompañando para salvaguardarlo y ayudarlo a entrenar. ¿Está seguro, amo?
—Seguro, déjame sólo y no me llames amo.
—Sí a lo primero y no a lo segundo, amo— Su expresión se tornó en sonrisa.
—Ahhhh... Lo que tu digas— Dijo mientras se levantaba.
Descansaron durante algunas horas antes de partir, no era algo para tomar a la ligera. Durante el viaje Shunsuke le había cuidado con dedicación, aunque a veces le resultaba fastidioso a Tatsuya pues llega a ser muy sobreprotector con él, aunque esto es porque desde pequeño lo ha visto crecer. Estaban preparando algunas cosas que pudiese necesitar y también decidió tomar algo de fruta de las palmeras si es que tenían alguna, pues desconocía si en el interior de la jungla encontraría más alimento. También había que atender las heridas producto del entrenamiento que tenía, por suerte eran unos rasguños superficiales, nada serio. Ya con un poco de provisiones estaba listo para adentrarse.
—Conste que usted lo pidió, Tatsuya-sama.
—Lo sé, te veo luego— Y así el pelinegro se internó en la selva tropical.