15/07/2016, 22:25
Parecía que Datsue estaba a punto de decir algo ante las palabras de su compañera Yotsuki, pero finalmente optó por callarse. Anzu lo agradeció —estaba exhausta, le dolía todo el cuerpo por el miedo, estrés y la tensión—. No estaba preparada para aguantar otro de los ingeniosos comentarios de su colega, que parecía tener tanta facilidad para hablar como para romperle la cabeza a alguien. «Un tío curioso, este Datsue. Lo mismo se caga en los pantalones que le entra el 'siroco' y se cepilla a un puto yonki. Tendré que andarme con ojo cuando esté cerca... No termino de fiarme de él», y con razón.
Cuando llegaron a las Tres Mentiras, Datsue se despidió con un breve discurso que bien podría haberle valido el primer puesto en un concurso de retórica. Aquel chico sabía hablar, de eso no había duda. De sus habilidades en un combate ninja, Anzu no estaba tan segura. Se sorprendió a sí misma cuando la broma del Uchiha le sacó una carcajada. Era la primera vez que la hacía reír, «Esto se siente extrañamente bien...» Parecía mentira que, incluso después de haberse embarcado en un loco plan, de haber estado al borde de la muerte varias veces y de haber sentido continuamente unas ganas terribles de partirle la cara a aquel chico, al final no le parecía tan malo.
«Soy una blanda. Pero es mi compañero, supongo que no debo preocuparme por que me caiga bien.»
—Cuídate mucho, socia. Tengo el presentimiento de que nos volveremos a encontrar pronto. Supongo que el hecho de que vivamos en la misma Villa tiene algo que ver.
Anzu esbozó una sonrisa torcida ante las palabras de Datsue, y la cicatriz de sus labios les dio una apariencia deforme y horrenda. Estrechó la mano del Uchiha con fuerza y habló con convicción.
—Creo que ese consejo te hace más falta a tí que a mí, socio —respondió con guasa y, a la vez, franqueza—. Si tienes suerte te asignarán a alguna misión conmigo, y entonces podrás aprender algo de lo que hace un ninja de verdad.
Soltó una carcajada sincera y se dio media vuelta. Era hora de volver a casa, pero Anzu tenía la corazonada de que, efectivamente, iban a reencontrarse muy pronto...
Qué equivocada estaba. Y cuánto habría cambiado cuando lo hicieran.
Cuando llegaron a las Tres Mentiras, Datsue se despidió con un breve discurso que bien podría haberle valido el primer puesto en un concurso de retórica. Aquel chico sabía hablar, de eso no había duda. De sus habilidades en un combate ninja, Anzu no estaba tan segura. Se sorprendió a sí misma cuando la broma del Uchiha le sacó una carcajada. Era la primera vez que la hacía reír, «Esto se siente extrañamente bien...» Parecía mentira que, incluso después de haberse embarcado en un loco plan, de haber estado al borde de la muerte varias veces y de haber sentido continuamente unas ganas terribles de partirle la cara a aquel chico, al final no le parecía tan malo.
«Soy una blanda. Pero es mi compañero, supongo que no debo preocuparme por que me caiga bien.»
—Cuídate mucho, socia. Tengo el presentimiento de que nos volveremos a encontrar pronto. Supongo que el hecho de que vivamos en la misma Villa tiene algo que ver.
Anzu esbozó una sonrisa torcida ante las palabras de Datsue, y la cicatriz de sus labios les dio una apariencia deforme y horrenda. Estrechó la mano del Uchiha con fuerza y habló con convicción.
—Creo que ese consejo te hace más falta a tí que a mí, socio —respondió con guasa y, a la vez, franqueza—. Si tienes suerte te asignarán a alguna misión conmigo, y entonces podrás aprender algo de lo que hace un ninja de verdad.
Soltó una carcajada sincera y se dio media vuelta. Era hora de volver a casa, pero Anzu tenía la corazonada de que, efectivamente, iban a reencontrarse muy pronto...
Qué equivocada estaba. Y cuánto habría cambiado cuando lo hicieran.