17/07/2016, 14:25
Pese a que Datsue sabía fingir muy bien, y en este caso sus ojos se mantenían firmes en la mirada azul pálida de la kunoichi, todavía no se había acostumbrado del todo a aquella cicatriz que cruzaba la cara a su compañera. A veces, cuando ella gesticulaba o sonreía, parecía moverse con vida propia, afeando una cara que al Uchiha, quizá, le hubiese resultado atractiva en su momento.
Pero quizá fuese mejor así. Las caras bonitas empezaban a despistarle demasiado, desde hacía ya una temporada. No podía confiar en ellas o, más bien, no podía confiar en sí mismo frente a ellas.
—Yo también me alegro de verte, Datsue-san. —La voz de Anzu le sacó de su ensimismamiento.
Entonces ella le ofreció la mano, y sus ojos no pudieron evitar contraerse un instante al observar las terribles quemaduras que le asolaban la piel. Aunque no supo de qué se sorprendió. Era como si aquella chica atrajese los problemas como la mierda a las moscas.
Sin embargo, hubo otra cosa que le llamó todavía más la atención…
—Vaya, veo que no has perdido el tiempo. Bueno, pues, ¡enhorabuena! ¿Cuándo te casas?
—¿Ehm? —Datsue seguía teniendo la vista clavada en la muñeca de Anzu—. Oh, esto… —Miró a su hermana, que parecía observar con una atención infinita a Anzu, como un ninja ejemplar haría con su sensei—. Pues ya soy un hombre de provecho, en realidad. Me casé en verano. Fue una boda por todo lo alto. Quise invitarte, pero… Al parecer estabas de parranda por ahí… —dejó caer. En realidad, no tenía ni las más remota idea de dónde se había metido—. ¡Quién lo diría! ¡La kunoichi más honorable de Taki abandonando sus deberes por irse de fiesta! No te dejarías seducir por un Ribereño del Sur, ¿verdad? —Nunca estaba de más preguntar, pues no se sabía lo que podían estar planeando aquellos malnacidos de la Ribera del Sur—. Oye, ¿y eso de ahí? —preguntó, trazando un arco con el dedo índice que pasó por la quemadura de su mano… hasta parar en el tatuaje. El tatuaje de “Justicia”—. Está chulo. ¿Te lo hiciste en Shinogi-to? Dicen que allí están los mejores tatuadores…
Pero quizá fuese mejor así. Las caras bonitas empezaban a despistarle demasiado, desde hacía ya una temporada. No podía confiar en ellas o, más bien, no podía confiar en sí mismo frente a ellas.
—Yo también me alegro de verte, Datsue-san. —La voz de Anzu le sacó de su ensimismamiento.
Entonces ella le ofreció la mano, y sus ojos no pudieron evitar contraerse un instante al observar las terribles quemaduras que le asolaban la piel. Aunque no supo de qué se sorprendió. Era como si aquella chica atrajese los problemas como la mierda a las moscas.
Sin embargo, hubo otra cosa que le llamó todavía más la atención…
—Vaya, veo que no has perdido el tiempo. Bueno, pues, ¡enhorabuena! ¿Cuándo te casas?
—¿Ehm? —Datsue seguía teniendo la vista clavada en la muñeca de Anzu—. Oh, esto… —Miró a su hermana, que parecía observar con una atención infinita a Anzu, como un ninja ejemplar haría con su sensei—. Pues ya soy un hombre de provecho, en realidad. Me casé en verano. Fue una boda por todo lo alto. Quise invitarte, pero… Al parecer estabas de parranda por ahí… —dejó caer. En realidad, no tenía ni las más remota idea de dónde se había metido—. ¡Quién lo diría! ¡La kunoichi más honorable de Taki abandonando sus deberes por irse de fiesta! No te dejarías seducir por un Ribereño del Sur, ¿verdad? —Nunca estaba de más preguntar, pues no se sabía lo que podían estar planeando aquellos malnacidos de la Ribera del Sur—. Oye, ¿y eso de ahí? —preguntó, trazando un arco con el dedo índice que pasó por la quemadura de su mano… hasta parar en el tatuaje. El tatuaje de “Justicia”—. Está chulo. ¿Te lo hiciste en Shinogi-to? Dicen que allí están los mejores tatuadores…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado