17/07/2016, 21:34
(Última modificación: 17/07/2016, 21:36 por Uchiha Datsue.)
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Datsue estaba en un problema. Y en un problema de los gordos.
El reto lanzado por Anzu había sido oído por media Villa, y la otra media no tardaría en enterarse, conociendo lo cotillas que podían resultar ser los habitantes de Takigakure cuando llevaban un par de copas de más.
Si no se presentaba al desafío, su reputación se vería todavía más mermada —si es que le quedaba alguna todavía—. Antiguamente, eso le hubiese importado menos que un Uzureño en problemas. Pero tras el desenlace del Torneo, Datsue se había dado cuenta de cuán problemático podría llegar a ser tener tan mala fama. Si bien sus engaños y mentiras funcionaban con casi cualquier desconocido, fracasaban toscamente ante cualquiera que sospechase su nombre. Podía incluso llegar a decir la verdad que el valor de sus palabras no sería tenido en cuenta.
Y eso era una putada.
—Joder, quién me mandaría a mí abrir la boca —farfulló, mientras recorría el puente de más de quince metros que conducía al Árbol Sagrado. El suave bullicio proveniente de la Villa llegaba distorsionado y débil hasta allí, y su cuerpo emitía múltiples sombras gracias a los farolillos de distintos colores que colgaban a lo largo del puente.
Parecía mentira que, doce años atrás, Datsue se encontrase justo en el mismo lugar. Llorando sobre las Raíces del Árbol Sagrado, con los huesos rotos y al borde de la muerte. Y aquí estoy ahora. Con los huesos más duros que… que… Bueno, que cualquier jodida cosa muy dura. Y quizá también al borde de la muerte, o del llanto...
Pese a que intentase permanecer sereno y en calma, estaba nervioso. No paraba de abrir y de cerrar la diestra, y su corazón bombeaba sangre a más velocidad de la necesaria. ¿Cuánto hacía que no tenía un combate de verdad? ¿Un año, cuando se había enfrentado a Tatsuya en plena misión? Aquel combate lo había ganado por los pelos, tirando de deshonor. Si es que se le podía llamar ganar a un combate en el que tu adversario se rendía a mitad de éste. Pero como Datsue era muy olvidadizo para lo que le convenía, normalmente solía obviar ese detalle cuando se lo relataba a algún pueblerino, especialmente si se trataba de una chica.
—¡Aquí estoy! —gritó, al finalizar de recorrer el puente. Había tardado lo suyo. Primero, se había recorrido media Villa buscando a sus padres para dejarles a Haruka, y después, tras coger todas sus armas y colocárselas en su debido sitio, se había pasado la otra mitad del tiempo deliberando si le convenía o no acudir a la cita—. ¡Espero que estés contenta! —exclamó, entornando los ojos para distinguirla de entre las sombras—. ¡Pero que sepas que si lo que querías era estar a solas conmigo y tener una cita, había formas más sencillas de hacer esto! ¡Pero a ti te gusta elegir el camino de piedras y espinas, ¿eh?!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado