19/07/2016, 18:23
Kazuma afirmaría que existía una celebración con una importancia similar en su aldea, una que justamente resultaba ser la favorita de su Naomi.
La celebración era para los dioses, como en Amegakure, pero seguro el nombre de esos dioses sería diferente. El lugar sería el Jardín de los Cerezos cuando los arboles llegaban a florecer y probablemente pintarían el lugar con colores completamente naturales y hermosos. La gente vestiría su mejor y mas tradicional ropa y pasaría el día con actividades de puro ocio, sonaba realmente agradable.
Vaya... sería fantástico poder observar algo como eso, ni hablar de poder experimentarlo por mi mismo.
Era algo bastante poco probable, que un shinobi de Amegakure pudiese llegar a poner un pie dentro de Uzushiogakure, mucho menos con fines de ocio, por más paz que pudiese haber aún existían ciertas cuestiones que no se podían pasar por alto. No era una paz de amigos, sino una de no enemigos.
Los postres ordenados serían entregados por el mesero, dejando en evidencia que el tiempo había estado pasando realmente rápido o que el servicio era realmente bueno, o quizás ambas. Junto al Ishimura, el joven médico realizó una respetuosa reverencia pero sin dejar escapar ninguna palabra de agradecimiento, todavía no sería correcto.
Con solo verlo ya puedo decir que va a estar exquisito.
Exclamó Mogura, refiriéndose a su torta de frutilla por supuesto.
La celebración era para los dioses, como en Amegakure, pero seguro el nombre de esos dioses sería diferente. El lugar sería el Jardín de los Cerezos cuando los arboles llegaban a florecer y probablemente pintarían el lugar con colores completamente naturales y hermosos. La gente vestiría su mejor y mas tradicional ropa y pasaría el día con actividades de puro ocio, sonaba realmente agradable.
Vaya... sería fantástico poder observar algo como eso, ni hablar de poder experimentarlo por mi mismo.
Era algo bastante poco probable, que un shinobi de Amegakure pudiese llegar a poner un pie dentro de Uzushiogakure, mucho menos con fines de ocio, por más paz que pudiese haber aún existían ciertas cuestiones que no se podían pasar por alto. No era una paz de amigos, sino una de no enemigos.
Los postres ordenados serían entregados por el mesero, dejando en evidencia que el tiempo había estado pasando realmente rápido o que el servicio era realmente bueno, o quizás ambas. Junto al Ishimura, el joven médico realizó una respetuosa reverencia pero sin dejar escapar ninguna palabra de agradecimiento, todavía no sería correcto.
Con solo verlo ya puedo decir que va a estar exquisito.
Exclamó Mogura, refiriéndose a su torta de frutilla por supuesto.