19/07/2016, 23:31
Pese a que lo había intentado, el joven si podía presumir de algo era de ser insistente. Madre de dios si lo era, y eso que él mismo había sido el que se había metido en semejante situación. Acabar con el pantalón quemado y un respiradero gratuitamente a causa de tocar lo que no debía no parecía haberle achantado, no señor. El joven insistió en que no era ningún tipo de pervertido, que viajaba con una prima y ésta parecía haberle cambiado el contenido de su mochila.
Sin duda alguna, la prima invisible de ese chico era de lo mas divertida. La Sarutobi alzó un ceja, incrédula a la explicación que el chico intentaba darle. Pero el chico no había soltado todo lo que tenía que proponer. Tras echarle las culpas a su supuesta prima traviesa, intentó sobornar con una cajetilla de tabaco a la peliblanco para que le acompañase hasta alguna tienda de ropa cercana.
Realmente no podía entenderse, al menos la escupefuego no llegaba a comprenderlo. ¿Por qué iba a hacerle de guía hasta la tienda? ¿Acaso eso iba a resolver el asunto del agujero en el pantalón? No, obviamente. Además, ella no era ninguna guía de la ciudad, ¿cómo iba a llevar al chico a una tienda de ropa si no sabía donde había una?
—Chico... ¿me has visto cara de guía turístico?— Lanzó una pregunta retórica. —No se donde hay una tienda de ropa cerca, y no vendo mi tiempo por una cajetilla de tabaco. Mi tiempo es mucho mas valioso... Además, ¿para qué quieres que te acompañe? Eso no cambiaría nada, ¿no crees?
Tampoco es que se hubiese puesto a gritarle, pero si que estaba siendo ruda. Ésta larga temporada encargándose de un negocio tan sucio quizás le empezaba a afectar en cómo trataba al resto... pero es que es normal. En su negocio, si no se imponía no tenía poder ninguno. Estaba harta de tratar con fumados y borrachos, y su paciencia había comenzado a disminuir relativamente rápido. Cualquier tontería era bastante como para prender su mecha.
¿Seguiría insistiendo el chico? A lo mejor se daba cuenta ahora de que sus argumentos no tenían fundamento... además, no debía quejarse. El fuego purifica.
Sin duda alguna, la prima invisible de ese chico era de lo mas divertida. La Sarutobi alzó un ceja, incrédula a la explicación que el chico intentaba darle. Pero el chico no había soltado todo lo que tenía que proponer. Tras echarle las culpas a su supuesta prima traviesa, intentó sobornar con una cajetilla de tabaco a la peliblanco para que le acompañase hasta alguna tienda de ropa cercana.
Realmente no podía entenderse, al menos la escupefuego no llegaba a comprenderlo. ¿Por qué iba a hacerle de guía hasta la tienda? ¿Acaso eso iba a resolver el asunto del agujero en el pantalón? No, obviamente. Además, ella no era ninguna guía de la ciudad, ¿cómo iba a llevar al chico a una tienda de ropa si no sabía donde había una?
—Chico... ¿me has visto cara de guía turístico?— Lanzó una pregunta retórica. —No se donde hay una tienda de ropa cerca, y no vendo mi tiempo por una cajetilla de tabaco. Mi tiempo es mucho mas valioso... Además, ¿para qué quieres que te acompañe? Eso no cambiaría nada, ¿no crees?
Tampoco es que se hubiese puesto a gritarle, pero si que estaba siendo ruda. Ésta larga temporada encargándose de un negocio tan sucio quizás le empezaba a afectar en cómo trataba al resto... pero es que es normal. En su negocio, si no se imponía no tenía poder ninguno. Estaba harta de tratar con fumados y borrachos, y su paciencia había comenzado a disminuir relativamente rápido. Cualquier tontería era bastante como para prender su mecha.
¿Seguiría insistiendo el chico? A lo mejor se daba cuenta ahora de que sus argumentos no tenían fundamento... además, no debía quejarse. El fuego purifica.