21/07/2016, 19:23
Habría sido necesario casi 8 paginas completas para que la muchacha bajara la guardia y revelara aquella incógnita que le había plantado en la cabeza al joven médico. Aunque solo era un dato mas y podrían quedar algunas lagunas en las que prefería no especular.
Podría haber hecho algún comentario o haber lanzado alguna pregunta sobre el tema, pero ella lo había dicho antes, estaba disfrutando de la cena y necesitaba tomarse un descanso de su rutina.
No me parece momento para indagar en este tema, no creo que sea un tema fácil de tocar...
Pensaba mientras asentía ligeramente con la cabeza y alzaba su única arma, aquella cucharita, y disfrutaba de la recompensa de disminuir la fuerza de choque de su enemigo, la torta de frutilla.
Mogura había dejado planteado frente a la kunoichi de ojos rojos dos opciones, seguir peleando y terminar de vencer a su flan con nata y caramelo, o dar la batalla por perdida y volver a su casa con el postre envuelto. Aprendería un poco mas sobre su compañera con su respuesta: "¡Jamas me rendiré!"
Confiaba en que la decisión de no indagar en sus temas familiares había sido acertada, el humor que estaba manejando incluso se le contagiaba al muchacho de cabello azabache. Desvió su mirada de los ojos de su compañera y se enfocó en su propio rival.
¡Así se habla!
Exclamó con energía pero con un volumen que no se escuchase tanto para evitar perturbar a los demás comensales con tanta locura juvenil. Los siguientes momentos serían algo silenciosos pero intensos, cucharada a cucharada, espadazo a espadazo y lanzazo a lanzazo se abriría paso entre las lineas de aquel enemigo y terminaría reclamando su territorio, vaciando el plato de toda fuerza hostil con sabor a frutilla.
...hm...
Se desprendió de su única pertenencia, la cual hizo un sonido metálico al tocar el material de cerámica del cual estaba hecho el plato. Se recostó en la silla de una forma bastante cómoda y finalmente sentenció.
Ha estado delicioso.
Dijo con una sonrisa en el rostro y cerrando los ojos un instante. No había sido fácil, pero lo había logrado.
Podría haber hecho algún comentario o haber lanzado alguna pregunta sobre el tema, pero ella lo había dicho antes, estaba disfrutando de la cena y necesitaba tomarse un descanso de su rutina.
No me parece momento para indagar en este tema, no creo que sea un tema fácil de tocar...
Pensaba mientras asentía ligeramente con la cabeza y alzaba su única arma, aquella cucharita, y disfrutaba de la recompensa de disminuir la fuerza de choque de su enemigo, la torta de frutilla.
Mogura había dejado planteado frente a la kunoichi de ojos rojos dos opciones, seguir peleando y terminar de vencer a su flan con nata y caramelo, o dar la batalla por perdida y volver a su casa con el postre envuelto. Aprendería un poco mas sobre su compañera con su respuesta: "¡Jamas me rendiré!"
Confiaba en que la decisión de no indagar en sus temas familiares había sido acertada, el humor que estaba manejando incluso se le contagiaba al muchacho de cabello azabache. Desvió su mirada de los ojos de su compañera y se enfocó en su propio rival.
¡Así se habla!
Exclamó con energía pero con un volumen que no se escuchase tanto para evitar perturbar a los demás comensales con tanta locura juvenil. Los siguientes momentos serían algo silenciosos pero intensos, cucharada a cucharada, espadazo a espadazo y lanzazo a lanzazo se abriría paso entre las lineas de aquel enemigo y terminaría reclamando su territorio, vaciando el plato de toda fuerza hostil con sabor a frutilla.
...hm...
Se desprendió de su única pertenencia, la cual hizo un sonido metálico al tocar el material de cerámica del cual estaba hecho el plato. Se recostó en la silla de una forma bastante cómoda y finalmente sentenció.
Ha estado delicioso.
Dijo con una sonrisa en el rostro y cerrando los ojos un instante. No había sido fácil, pero lo había logrado.