23/07/2016, 11:48
Ahí estaba, tan animado como siempre, tan mordaz como nunca. Aotsuki Zetsuo acababa de hacer acto de presencia, y su presencia era tan grande que Daruu tuvo que apartarse un poco para que no chocara contra él y lo tirara al suelo.
—¡¡Eeek!! —profirió el muchacho, y dio un saltito a un lado.
—Para que mováis vuestros culos de una buena vez y trabajéis como los ninjas que sois
Y de esta manera daba seca respuesta a la pregunta que Ayame le había hecho a Daruu unos instantes atrás.
Zetsuo era alto, muy alto, pero casi le parecía más alto por lo que imponía que por la estatura. Tenía nariz aguileña y las arrugas de la edad se confundían con algunas cicatrices de guerra que la experiencia como veterano shinobi le había servido. Ahora se dedicaba a curar a los heridos en el hospital, pero Daruu habría hecho lo que fuera para no encontrárselo en una consulta.
Kiroe y yo nos hemos cansado de vuestra constante inactividad —gruñó, y metió la mano en el bolsillo— Así que tras una breve charla con Yui-sama hemos decidido que hoy os vais a venir conmigo.
Zetsuo arrojó un pergamino a Daruu como quien le lanza una piedra a un enemigo. Daruu tuvo que moverse ágil para captarlo al vuelo, y aún así casi se lo come con los dientes. Desenrolló el papiro con delicadeza y leyó su contenido.
«Bla, bla a Aotsuki Zetsuo, bla bla hospital... bla... ¿vacunación? ¿niños del Torreón...? Dios santo, qué ridi...»
Sus ojos paseaban con desasosiego por las líneas y bailaban una balada triste con cada letra. Cuando terminó, le legó la misiva a Ayame para que se hiciera con la copla.
—¡¡Eeek!! —profirió el muchacho, y dio un saltito a un lado.
—Para que mováis vuestros culos de una buena vez y trabajéis como los ninjas que sois
Y de esta manera daba seca respuesta a la pregunta que Ayame le había hecho a Daruu unos instantes atrás.
Zetsuo era alto, muy alto, pero casi le parecía más alto por lo que imponía que por la estatura. Tenía nariz aguileña y las arrugas de la edad se confundían con algunas cicatrices de guerra que la experiencia como veterano shinobi le había servido. Ahora se dedicaba a curar a los heridos en el hospital, pero Daruu habría hecho lo que fuera para no encontrárselo en una consulta.
Kiroe y yo nos hemos cansado de vuestra constante inactividad —gruñó, y metió la mano en el bolsillo— Así que tras una breve charla con Yui-sama hemos decidido que hoy os vais a venir conmigo.
Zetsuo arrojó un pergamino a Daruu como quien le lanza una piedra a un enemigo. Daruu tuvo que moverse ágil para captarlo al vuelo, y aún así casi se lo come con los dientes. Desenrolló el papiro con delicadeza y leyó su contenido.
«Bla, bla a Aotsuki Zetsuo, bla bla hospital... bla... ¿vacunación? ¿niños del Torreón...? Dios santo, qué ridi...»
Sus ojos paseaban con desasosiego por las líneas y bailaban una balada triste con cada letra. Cuando terminó, le legó la misiva a Ayame para que se hiciera con la copla.