24/07/2016, 15:41
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Anzu cuando vio llegar a su compañero, tan puntual como cortés. Los shinobi se encaminaron hacia las enormes puertas de madera que daban salida a la Villa cuando uno de los guardias les abordó antes de que pudieran salir. Anzu no se preocupó, porque sabía que era un procedimiento rutinario; el propio nombre —Aldea Oculta de la Cascada— lo indicaba. No se podía estar entrando y saliendo porque sí, de lo contrario, todo el mundo sabría dónde estaba Takigakure no Sato.
—Algo así, socio —contestó la Yotsuki, aunque al darse cuenta de que el rango de aquel tipo era superior al suyo, no tardó en acompañar sus palabras de una breve inclinación de cabeza—. Necesitamos transmitirle cierta información a Kawakage-sama, con cierta urgencia, y nos han indicado que ahora mismo se encuentra en cierto lugar. Así que, ciertamente, hacia allí vamos.
Tan pronto terminó de hablar, la chica se dio cuenta de la cantidad de veces que había utilizado 'cierto'. «Qué raro, demonios, hoy me siento un poco... cierta», pensó la kunoichi. Luego rió por lo bajo y decidió no darle más importancia.
Tenían una misión de relevancia nacional que cumplir.
—Algo así, socio —contestó la Yotsuki, aunque al darse cuenta de que el rango de aquel tipo era superior al suyo, no tardó en acompañar sus palabras de una breve inclinación de cabeza—. Necesitamos transmitirle cierta información a Kawakage-sama, con cierta urgencia, y nos han indicado que ahora mismo se encuentra en cierto lugar. Así que, ciertamente, hacia allí vamos.
Tan pronto terminó de hablar, la chica se dio cuenta de la cantidad de veces que había utilizado 'cierto'. «Qué raro, demonios, hoy me siento un poco... cierta», pensó la kunoichi. Luego rió por lo bajo y decidió no darle más importancia.
Tenían una misión de relevancia nacional que cumplir.