22/05/2015, 09:00
Eikyu Juro, dijo llamarse.
Fue allí en lo que escuchó el nombre cuando pudo reparar en que sí sabía algo del muchacho. Nunca congenió demasiado con él ni con el grupo del que se rodeaba en aquel entonces, pero podía recordar ciertos detalles que le definían y que muy pocos parecían compartir. Los grandes pergaminos en los costados era uno de ellos, artefacto que para Kota parecía más de adorno que otra cosa al desconocer la verdadera utilidad del mismo. Aún así, lo importante era que ya podía ubicar al muchacho y familiarizarse un poco más con él.
—¡Pero claro!—contestó un tanto eufórico—. sí, sí... ya me acuerdo.
Por suerte el tema había quedado zanjado, así por ende las presentaciones. Pronto su interlocutor aprovecharía los segundos que tomó el avance por la calle para inquirir en aquel gran bolso repleto de libros. Sugirió que ir leyéndolos de a poco era una mejor idea que cargarlos todos encima, pero el hecho de tener todos esos tomos allí no eran para eso precisamente. Kota tampoco era un ávido lector, prefería la práctica ante la teoría; siempre.
—Hombre, ni aunque me gustara leer podría acabar con todos estos libros. No así mi madre, que parece disfrutar de la lectura como nadie lo hace. Pero bueno, los cargo aquí conmigo porque ya los terminó y dice que tendrán mejor utilidad en las manos de otra persona. Por eso busco la biblioteca.
De pronto se detuvo porque tuvo una buena idea.
—Si gustas de echar un ojo allí adentro a ver si consigues algo de tu agrado, eres libre de hacerlo. —sugirió.
Fue allí en lo que escuchó el nombre cuando pudo reparar en que sí sabía algo del muchacho. Nunca congenió demasiado con él ni con el grupo del que se rodeaba en aquel entonces, pero podía recordar ciertos detalles que le definían y que muy pocos parecían compartir. Los grandes pergaminos en los costados era uno de ellos, artefacto que para Kota parecía más de adorno que otra cosa al desconocer la verdadera utilidad del mismo. Aún así, lo importante era que ya podía ubicar al muchacho y familiarizarse un poco más con él.
—¡Pero claro!—contestó un tanto eufórico—. sí, sí... ya me acuerdo.
Por suerte el tema había quedado zanjado, así por ende las presentaciones. Pronto su interlocutor aprovecharía los segundos que tomó el avance por la calle para inquirir en aquel gran bolso repleto de libros. Sugirió que ir leyéndolos de a poco era una mejor idea que cargarlos todos encima, pero el hecho de tener todos esos tomos allí no eran para eso precisamente. Kota tampoco era un ávido lector, prefería la práctica ante la teoría; siempre.
—Hombre, ni aunque me gustara leer podría acabar con todos estos libros. No así mi madre, que parece disfrutar de la lectura como nadie lo hace. Pero bueno, los cargo aquí conmigo porque ya los terminó y dice que tendrán mejor utilidad en las manos de otra persona. Por eso busco la biblioteca.
De pronto se detuvo porque tuvo una buena idea.
—Si gustas de echar un ojo allí adentro a ver si consigues algo de tu agrado, eres libre de hacerlo. —sugirió.