24/07/2016, 18:19
Anzu afinó el oído cuando Datsue le contestó a sus alabanzas. Ella esperaba una de las ingeniosas respuestas tan propias del Uchiha, algo como «vaya, al final has caído rendida ante mi imparable carisma», o «te dije que no me harías ni un rasguño». Sin embargo, en lugar de eso, el gennin optó por revelarle —vagamente— el secreto de aquellos reflejos felinos de los que había hecho gala durante el combate.
—Eso es debido a mis ojos. Y a cierta amiga en común que tenemos tú y yo, que me estuvo enseñando un par de cosillas mientras tú estabas fuera.
La Yotsuki alzó una ceja, curiosa, mientras veía como los ojos de Datsue perdían aquel color rojo sangre y retornaban a su azabache habitual. «Así que esos ojos son algún tipo de técnica especial... Una técnica que también conocían Haskoz y Katame». La perspectiva de que aquel niño tuviera en su poder un jutsu compartido con dos demonios como aquellos era escalofriante. «¿Quién carajo eres, Uchiha Datsue?»
—¿A qué amiga te refieres? —preguntó Anzu, verdaderamente intrigada.
Luego se quedó mirando el pecho desnudo de Datsue, allí donde ella le había impactado de lleno con su Chidori. «Ni un rasguño».
—Eso es debido a mis ojos. Y a cierta amiga en común que tenemos tú y yo, que me estuvo enseñando un par de cosillas mientras tú estabas fuera.
La Yotsuki alzó una ceja, curiosa, mientras veía como los ojos de Datsue perdían aquel color rojo sangre y retornaban a su azabache habitual. «Así que esos ojos son algún tipo de técnica especial... Una técnica que también conocían Haskoz y Katame». La perspectiva de que aquel niño tuviera en su poder un jutsu compartido con dos demonios como aquellos era escalofriante. «¿Quién carajo eres, Uchiha Datsue?»
—¿A qué amiga te refieres? —preguntó Anzu, verdaderamente intrigada.
Luego se quedó mirando el pecho desnudo de Datsue, allí donde ella le había impactado de lleno con su Chidori. «Ni un rasguño».