22/05/2015, 09:10
Kota tenía sentimientos encontrados. Las obligaciones significaban mucho para él, se trataba de un conglomerado de situaciones que sólo le ayudarán a crecer. Crecer, desde luego; es una parte importante para alguien de su edad, más aún cuando ya la bandana de su aldea reposaba en su frente. Empezar a tomar en serio las cosas y trabajar en pro de un futuro era lo mejor que él y todos los jóvenes que alcanzaban los quince podían hacer. Aún así, los momentos de travesuras y jugarretas siempre se antojaban divertidos de hacer. El elemento de la cuestión estaba en si se podía seguir siendo un niño aún y con las responsabilidades de un shinobi.
La respuesta no le estaba muy clara aún, desde luego.
—¿Yota? —inquirió con el ceño fruncido, aunque no por ello estaba enojado.
Al parecer su acompañante le había confundido con su hermano. Fue allí cuando se preguntó si Yota había sido más popular que él en el colegio o algo de esa índole, para que todos continuaran llamándole como el otro mellizo y no con su verdadero nombre. No era muy difícil, debió preguntarse; siendo que el color de sus cabellos era más que suficiente para diferenciarlos. O él era muy alarmista o la gente era muy tonta. Una de dos.
—Joder, joder... jajaja. Mira, pelo blanco es igual a Kota. Osea, yo. Pelo negro, bajito y medio tontaco; ese es mi hermano. Aunque si lo ves algún día no le digas que le dije así porque se enoja.
Volvió a voltear con un deje de poca importancia y dispuso de su mirada nuevamente en el patio de juegos. Le llamó la atención que en tan sólo un par de minutos, ya una media docena de otros renacuajos se habían unido al desastre formado en el centro de la plaza.
—Pero en fin, que gusto verte por aquí. ¿Cómo te trata la vida de genin?
La respuesta no le estaba muy clara aún, desde luego.
—¿Yota? —inquirió con el ceño fruncido, aunque no por ello estaba enojado.
Al parecer su acompañante le había confundido con su hermano. Fue allí cuando se preguntó si Yota había sido más popular que él en el colegio o algo de esa índole, para que todos continuaran llamándole como el otro mellizo y no con su verdadero nombre. No era muy difícil, debió preguntarse; siendo que el color de sus cabellos era más que suficiente para diferenciarlos. O él era muy alarmista o la gente era muy tonta. Una de dos.
—Joder, joder... jajaja. Mira, pelo blanco es igual a Kota. Osea, yo. Pelo negro, bajito y medio tontaco; ese es mi hermano. Aunque si lo ves algún día no le digas que le dije así porque se enoja.
Volvió a voltear con un deje de poca importancia y dispuso de su mirada nuevamente en el patio de juegos. Le llamó la atención que en tan sólo un par de minutos, ya una media docena de otros renacuajos se habían unido al desastre formado en el centro de la plaza.
—Pero en fin, que gusto verte por aquí. ¿Cómo te trata la vida de genin?