22/05/2015, 09:26
Nunca había estado tan de acuerdo con su hermano como en ese instante. Fallar no era ni de cerca una opción considerada y no precisamente por la necesidad de demostrar nada a nadie. Se trataba tan sólo de un orgullo muy propio, familiar; del tipo que se aloja bien fuerte en las paredes de un corazón puro, aunque eso no quiera decir que la oscuridad sea incapaz de invadirle y tentar como bien lo sabe hacer.
—No es una opción —repitió, reforzando la idea.
Pronto aquel gran dojo se alzaba frente a ellos, invitándoles a descubrir lo que le esperaba en el interior del mismo. Kota no dudó en avanzar, aunque no podía evitar cierta dicha nerviosa de afrontar, quizás; el obstáculo más grande durante sus cortos 14 años de vida. Intercalaba su mirada entre el frente y su mellizo, hasta que finalmente se puso el valor de capa y envainó la concentración de espada, afrontando así lo que le esperaba dentro.
Se trataba de una especie de reunión privada en la que sólo se encontraban unos cuantos conocidos. Seiyo, sus allegados de confianza, aunque aquella armonía la rompía un hombre que se alojaba cerca del triángulo a unos veinte metros de la posición de los hermanos. Yota inquirió debidamente en que ese hombre no era un Uchiha y Kota no pudo hacer más que asentir un poco desconcertado. Y no sólo por la presencia del tipo sino por como estaba montada toda la cosa. No iba a ser un examen común y corriente de academia, desde luego.
—Supongo que será nuestro examinador. Después de todo, padre no tiene potestad de entregarnos una bandana sin que un encargado de la aldea verifique que hemos sido puestos a prueba —admitió en un susurro inaudible excepto para Yota—. pero da igual, por mi puede haber traido a Shiona-sama en carne y hueso y aún así aprobaríamos ésta cosa.
De la boca para fuera, porque pensar en que la gran Uzukage estuviera allí evaluándolos sí que le descojonaba un poco.
—No es una opción —repitió, reforzando la idea.
Pronto aquel gran dojo se alzaba frente a ellos, invitándoles a descubrir lo que le esperaba en el interior del mismo. Kota no dudó en avanzar, aunque no podía evitar cierta dicha nerviosa de afrontar, quizás; el obstáculo más grande durante sus cortos 14 años de vida. Intercalaba su mirada entre el frente y su mellizo, hasta que finalmente se puso el valor de capa y envainó la concentración de espada, afrontando así lo que le esperaba dentro.
Se trataba de una especie de reunión privada en la que sólo se encontraban unos cuantos conocidos. Seiyo, sus allegados de confianza, aunque aquella armonía la rompía un hombre que se alojaba cerca del triángulo a unos veinte metros de la posición de los hermanos. Yota inquirió debidamente en que ese hombre no era un Uchiha y Kota no pudo hacer más que asentir un poco desconcertado. Y no sólo por la presencia del tipo sino por como estaba montada toda la cosa. No iba a ser un examen común y corriente de academia, desde luego.
—Supongo que será nuestro examinador. Después de todo, padre no tiene potestad de entregarnos una bandana sin que un encargado de la aldea verifique que hemos sido puestos a prueba —admitió en un susurro inaudible excepto para Yota—. pero da igual, por mi puede haber traido a Shiona-sama en carne y hueso y aún así aprobaríamos ésta cosa.
De la boca para fuera, porque pensar en que la gran Uzukage estuviera allí evaluándolos sí que le descojonaba un poco.