26/07/2016, 00:23
Quería saber que había adentro... Se arrepentiría luego. Algo quebradizo hizo "crack" dentro del agujero, en cuanto el espadachín sacó su arma algo viscoso de color ambaroso sanguinolento recubría el filo de la katana. Aquello se había sentido como cuando rompes un cascarón, de hecho, acababa de destrozar un posible huevo de serpiente, y donde hay huevos...
"...Hay una madre"
El pelinegro se giró sobre sus talones y alcanzó a ver al rastrero reptil que se le había acercado sigilosamente por detrás. Para su desgracia no era una sola boa sino que había más serpientes de distintos tamaños rodeándolo, dificultando su escape.
"Otra serpiente, joder, ¿acaso no puedo ir tranquilamente a un bosque sin que me salgan animales gigantes?"
Para su consuelo lucía más pequeña que la que se topó en su aventura con su viejo amigo Kazuma, ya había enfrentado una con anterioridad, pero el problema radicaba en que no podria hacerlo si las demás le atacaban. Darles la espalda para escalar el muro tampoco era una buena idea. El rayo seguía chisporroteando en su espada, pero eso no le bastaba. Se llevó la otra mano a la espalda y tomó la cadena de metal que tenía en el cinturón, desenrrollándola mientras dejaba que la electricidad también fluyera en ella.
—Fuff, que fastidio.
No iba a lanzarse él, prefería jugar a la defensiva. Con la katana en la zurda y la kusari en la derecha; azotó la cadena contra el suelo como si de un látigo se tratara, esperando que en cualquier momento los animales se abalanzaran contra él.
"...Hay una madre"
El pelinegro se giró sobre sus talones y alcanzó a ver al rastrero reptil que se le había acercado sigilosamente por detrás. Para su desgracia no era una sola boa sino que había más serpientes de distintos tamaños rodeándolo, dificultando su escape.
"Otra serpiente, joder, ¿acaso no puedo ir tranquilamente a un bosque sin que me salgan animales gigantes?"
Para su consuelo lucía más pequeña que la que se topó en su aventura con su viejo amigo Kazuma, ya había enfrentado una con anterioridad, pero el problema radicaba en que no podria hacerlo si las demás le atacaban. Darles la espalda para escalar el muro tampoco era una buena idea. El rayo seguía chisporroteando en su espada, pero eso no le bastaba. Se llevó la otra mano a la espalda y tomó la cadena de metal que tenía en el cinturón, desenrrollándola mientras dejaba que la electricidad también fluyera en ella.
—Fuff, que fastidio.
No iba a lanzarse él, prefería jugar a la defensiva. Con la katana en la zurda y la kusari en la derecha; azotó la cadena contra el suelo como si de un látigo se tratara, esperando que en cualquier momento los animales se abalanzaran contra él.