26/07/2016, 16:28
Realmente no era nada de otro mundo lo que habían pedido, pero aquellos términos y aquella presentación podrían hacer que un simple helado valiese tranquilamente diez veces mas de lo que normalmente costaría.
Dentro de su capsula de cristal se encontraba aquella porción de torta de frutilla, que le hacía ojitos con la pequeña corona de fruta delicadamente cortada para delinear una especie de coronita. Si fuese por él habría quitado la barrera transparente en lo que cantaba un gallo, pero estaba en un lugar formal donde había que respetar ciertos formalismos.
Lo correcto sería dejar al anfitrion dar los honores, antes de empezar a comer.
Relataba para sus interiores a la vez que desviaba ligeramente la mirada hacía el joven señor que simulaba ser Kazuma. Mogura no lo había intentado siquiera pero de haberlo hecho hubiese cometido exactamente el mismo error diminuto que había cometido el Ishimura, intentar levantar la capsula de cristal sin haberla girado antes.
Oh... ya veo, hay que girarla.
Volvió unos segundos sus ojos hacía su postre, seguía ahí y no se había ido a ningún lado, como era de esperarse carecía de patitas para salir corriendo y evitar ser devorado. Mogura imitaría el movimiento hecho por el shinobi de Uzushiogakure y liberaría el agradable aroma de la fruta que le daba el nombre al postre.
Buen provecho.
Contestó, con las mismas palabras. Ya había esperado lo suficiente y tras cumplir con los formalismos necesarios tenía el camino libre para deleitarse con el sabor de aquella obra de arte pastelera.
Llevaría su cuchara hasta la torta para tomar un trozo, no mayor de lo que podría entrar en el utensilio. No pasarían mas de dos segundos en los que admiraría la textura y la consistencia del postre, pues se lo llevaría a la boca de todos modos. El poder de aquel primer bocado fue tal que no hubo palabras que pudiesen escapar de sus labios, de hecho fue tal que incluso sus ojos tuvieron que cerrarse, dicen que bloqueando un sentido los demás se intensifican y él era creyente de esa teoría.
Dentro de su capsula de cristal se encontraba aquella porción de torta de frutilla, que le hacía ojitos con la pequeña corona de fruta delicadamente cortada para delinear una especie de coronita. Si fuese por él habría quitado la barrera transparente en lo que cantaba un gallo, pero estaba en un lugar formal donde había que respetar ciertos formalismos.
Lo correcto sería dejar al anfitrion dar los honores, antes de empezar a comer.
Relataba para sus interiores a la vez que desviaba ligeramente la mirada hacía el joven señor que simulaba ser Kazuma. Mogura no lo había intentado siquiera pero de haberlo hecho hubiese cometido exactamente el mismo error diminuto que había cometido el Ishimura, intentar levantar la capsula de cristal sin haberla girado antes.
Oh... ya veo, hay que girarla.
Volvió unos segundos sus ojos hacía su postre, seguía ahí y no se había ido a ningún lado, como era de esperarse carecía de patitas para salir corriendo y evitar ser devorado. Mogura imitaría el movimiento hecho por el shinobi de Uzushiogakure y liberaría el agradable aroma de la fruta que le daba el nombre al postre.
Buen provecho.
Contestó, con las mismas palabras. Ya había esperado lo suficiente y tras cumplir con los formalismos necesarios tenía el camino libre para deleitarse con el sabor de aquella obra de arte pastelera.
Llevaría su cuchara hasta la torta para tomar un trozo, no mayor de lo que podría entrar en el utensilio. No pasarían mas de dos segundos en los que admiraría la textura y la consistencia del postre, pues se lo llevaría a la boca de todos modos. El poder de aquel primer bocado fue tal que no hubo palabras que pudiesen escapar de sus labios, de hecho fue tal que incluso sus ojos tuvieron que cerrarse, dicen que bloqueando un sentido los demás se intensifican y él era creyente de esa teoría.