29/07/2016, 17:59
Aquel elaborado postre fue toda una revelación para su sentido del paladar. La vainilla era suave y aromática. En medio de tanta blancura, se encontraban trocitos de frutas almibaradas que evocaban distintas sensaciones y recuerdos; Cada fragmento de sabor pertenecía a un fruto típico de determinada estación.
«Es una preparación digna de su nombre.»
Se mantuvo en agradable silencio mientras daba batalla y fin a tan delicioso manjar. Mientras recibía a la primavera en el níspero, al verano en el melocotón, al otoño en la uva y al invierno en la manzana. Al final, el gusto fue tanto efímero como poderoso, pues en tan solo unos minutos sintió el haber recorrido todo los sabores típicos de las cosechas anuales.
«Parece que ella también lo ha disfrutado.», se dijo mientras observaba a su guardiana.
Naomi parecía atrapada en la maravillosa textura de su crepa, otro postre que en apariencia era tan bueno como su helado. La diferencia es que el suyo parecía estar caliente, algo natural en todas las preparaciones de tipo panqueque. Por los gráciles gestos del rostro de la muchacha, el de ojos grises supo que había dado justo en el blanco; La Miyazaki era de muy alta exigencia en lo que respecta a la cocina, por lo que la mejor forma de contentarse con ella era el maravillarla en aquel sentido.
—Eso estuvo delicioso —aseguro mientras terminaba y mientras, por cuestiones de etiqueta, evitaba raspar lo restante en los bordes interiores del vaso—. ¿Que les ha parecido? —preguntó finalmente a sus acompañantes.
«Es una preparación digna de su nombre.»
Se mantuvo en agradable silencio mientras daba batalla y fin a tan delicioso manjar. Mientras recibía a la primavera en el níspero, al verano en el melocotón, al otoño en la uva y al invierno en la manzana. Al final, el gusto fue tanto efímero como poderoso, pues en tan solo unos minutos sintió el haber recorrido todo los sabores típicos de las cosechas anuales.
«Parece que ella también lo ha disfrutado.», se dijo mientras observaba a su guardiana.
Naomi parecía atrapada en la maravillosa textura de su crepa, otro postre que en apariencia era tan bueno como su helado. La diferencia es que el suyo parecía estar caliente, algo natural en todas las preparaciones de tipo panqueque. Por los gráciles gestos del rostro de la muchacha, el de ojos grises supo que había dado justo en el blanco; La Miyazaki era de muy alta exigencia en lo que respecta a la cocina, por lo que la mejor forma de contentarse con ella era el maravillarla en aquel sentido.
—Eso estuvo delicioso —aseguro mientras terminaba y mientras, por cuestiones de etiqueta, evitaba raspar lo restante en los bordes interiores del vaso—. ¿Que les ha parecido? —preguntó finalmente a sus acompañantes.