3/08/2016, 17:16
(Última modificación: 3/08/2016, 17:19 por Amedama Daruu.)
Ninguno de los dos tenía pregunta alguna que hacer, al menos Daruu no las tendría hasta que alguien le diera alguna instrucción. Por ahora lo que les había ordenado Zetsuo era muy general.
De modo que los tres shinobi entraron a la academia y se dirigieron al mostrador. Allí les esperaba una recepcionista que siempre le había tenido manía a Daruu. Daruu ni siquiera sabía por qué. Quizás es que la tía fuera así de asquerosa con todo el mundo. El caso es que siempre le había llamado "pelopunqui", pero no en plan cariñoso, sino en plan de que cada vez que se acercaba a pedir algo casi parecía escupirlo con aquellos labios de puercoespín estreñido que tenía.
Tras intercambiar las justas y necesarias palabras con ella, se dirigieron al salón de actos. Estaba completamente vacío, y aunque no era especialmente grande, de hecho sí lo parecía, con todos aquellos asientos vacíos y desde allá arriba, desde la tarima. Daruu tragó saliva, de pronto intimidado.
—La última vez que estuve aquí fue en el acto de graduación... —murmuró Ayame.
—Yo también.
Estaban susurrando, pero no había razón para susurrar nada, porque allí no había nadie. Quizás el espacio tan abierto y el eco del escenario les intimidaba.
—Hanaiko[/color] —anunció Zetsuo, que estaba hasta ahora enchufando un proyector. Había estado tanto tiempo en silencio que escuchar su grave e imperiosa voz le hizo dar un respingo y casi no llegó a coger el mando que le había lanzado—. [sub=royalblue]Te encargarás de ir pasando las diapositivas conforme vaya hablando. El botón derecho es para avanzar, el botón izquiedo es para retroceder.
—De... de acuerdo.
No parecía difícil. Avanzar una diapositiva, retroceder una diapositiva. Chupado, y además podría colocarse en un lugar en el que no llamaría demasiado la atención... Caminó hasta el borde de la sala y al lado de una cortina. Y allí se quedó, esperando.
Ayame, tú te encargarás de la vigilancia. Cuando llegue la hora, colócate allí —Zetsuo dio instrucciones a Ayame y señaló hacia la parte derecha del salón, debajo de las ventanas—. Es una tarea sencilla, pero no por ello debéis bajar la guardia. ¿Alguna pregunta?
—No, no, todo está bien.
Pasaron unos minutos en silencio, y pronto el salón empezó a llenarse. Eran sobretodo niños, niños de bastante corta edad. Por lo visto les había tocado dar la charla a los pequeños que acababan de reclutarse en la Academia. Tenía sentido, pues era a ellos a los que empezaba a administrárseles las primeras vacunas, y también los que más resistencia oponían.
Claro, eso también significaba que menudo jaleo tenían allí montado. Los senseis intentaban corregirles para que se callaran y ocuparan ordenadamente sus butacas, pero a Daruu le pareció que iba a ser que no. Zetsuo estaba en el centro del escenario, con cara de impaciencia. Exactamente la cara que esperarías de un tipo que está deseando bajar y cruzarles la cara a todos y cada uno de los niños para que se callen. A Daruu no le gustaba aquella mirada, pero al menos por unos minutos no las dirigió hacia ellos.
—¡Hanaiko, enciende el proyector! ¡Ayame, a tu puesto! —Definitivamente, Daruu pensaba que Zetsuo estaba más habituado a dar órdenes a un equipo de campo de shinobis que a dar charlas sobre vacunaciones en la academia.
Daruu cogió el mando y de pronto se dio cuenta de que no había botón de encendido. Se acercó al proyector y apretó el botón, y el aparato emitió un zumbido extraño, bajito. No le dio importancia, porque la pantalla se había encendido correctamente y mostraba la primera diapositiva:
Zetsuo se aclaró la garganta hasta en tres ocasiones, a intervalos de un minuto cada una, pero los niños no parecían callarse. Después de eso, se dedicó a fulminar con la mirada a cada uno de los senseis hasta que se daban cuenta, y se afanaban por callar a los aprendices con más esmero. Cuando la sala estuvo en un completo y sepulcral silencio, a pesar de algunas vocecillas curiosas, Zetsuo volvió a aclararse la garganta y empezó...
—Bien, como sabéis, la semana que viene empieza una campaña de vacunación muy importante, de modo que he venido a daros información sobre cómo las vacunas son útiles para protegeros a vosotros y a toda la sociedad contra todo tipo de enfermedades. Veréis...
Zetsuo miró de reojo a Daruu un segundo, que captó el mensaje y pasó a la siguiente diapositiva con el botón.
—Me llamo Aotsuki Zetsuo, y soy el director de uno de los hospitales más importantes de Amegakure. Estos chicos que me acompañan son genins graduados de pleno derecho, y están aquí para ayudarme. Todos hemos pasado por vacunaciones, tanto yo como ellos, aunque ellos, para su suerte, no han tenido que sufrir y ver brotes de enfermedades que están erradicadas gracias a las vacunas. Si yo os contara la de gente que ha muerto en mi hospital, o ahí fuera, mientras yo estaba a cargo del equipo médico en misiones...
Otra mirada y un gesto con la mano. Daruu le dio al botón. Pero esta vez no sucedió nada.
—Hanaiko, pasa la diapositiva.
—Eso intento, mire —Daruu le dio al botón, pero no sucedió nada.
—Joder, ¡que le des al puto botón!
¡No va!
—¡¡QUE LE DES AL PUTO BOTÓN!! ¡¡DALE MÁS FUERTE, QUE ERES UN BLANDENGUE!!
¡¡¡QUE NO VA!!!
Daruu apretó al botón hasta en treinta ocasiones, y entonces el aparato —el proyector— emitió un zumbido, el mismo que el muchacho había escuchado cuando lo encendió, pero ahora más fuerte.
Y las diapositivas pasaron a toda velocidad.
—¡¡¡¡¡BIEEEEEEEEEEN!!!!!
Los niños, creyéndose libres del yugo de la charla sobre vacunaciones, empezaron a levantarse a trompicones e intentar salir todos a una. A la mayoría los retuvieron los sensei, pero hasta Ayame llegaron unos cuantos...
—¡EH! ¡NI SE OS OCURRA, MOCOSOS! ¡¡DARÉ ESTA CHARLA CON MÁQUINA DE MIERDA O SIN MÁQUINA DE MIERDA!!
Se giró hacia Daruu.
—Mira que eres bestia, ¡ya la has roto! —exclamó, visiblemente enfadado.
Daruu estaba indignado: la máquina ya venía rota de casa. Pero bajó la mirada y se disculpó por lo bajini. Zetsuo ya daba miedo sin enfadar, imagínate enfadado.
Luego, se acercó al proyector y lo observó de cerca.
—Huele a quemado —dijo—. Si es que, estas cosas tan modernas...
De modo que los tres shinobi entraron a la academia y se dirigieron al mostrador. Allí les esperaba una recepcionista que siempre le había tenido manía a Daruu. Daruu ni siquiera sabía por qué. Quizás es que la tía fuera así de asquerosa con todo el mundo. El caso es que siempre le había llamado "pelopunqui", pero no en plan cariñoso, sino en plan de que cada vez que se acercaba a pedir algo casi parecía escupirlo con aquellos labios de puercoespín estreñido que tenía.
Tras intercambiar las justas y necesarias palabras con ella, se dirigieron al salón de actos. Estaba completamente vacío, y aunque no era especialmente grande, de hecho sí lo parecía, con todos aquellos asientos vacíos y desde allá arriba, desde la tarima. Daruu tragó saliva, de pronto intimidado.
—La última vez que estuve aquí fue en el acto de graduación... —murmuró Ayame.
—Yo también.
Estaban susurrando, pero no había razón para susurrar nada, porque allí no había nadie. Quizás el espacio tan abierto y el eco del escenario les intimidaba.
—Hanaiko[/color] —anunció Zetsuo, que estaba hasta ahora enchufando un proyector. Había estado tanto tiempo en silencio que escuchar su grave e imperiosa voz le hizo dar un respingo y casi no llegó a coger el mando que le había lanzado—. [sub=royalblue]Te encargarás de ir pasando las diapositivas conforme vaya hablando. El botón derecho es para avanzar, el botón izquiedo es para retroceder.
—De... de acuerdo.
No parecía difícil. Avanzar una diapositiva, retroceder una diapositiva. Chupado, y además podría colocarse en un lugar en el que no llamaría demasiado la atención... Caminó hasta el borde de la sala y al lado de una cortina. Y allí se quedó, esperando.
Ayame, tú te encargarás de la vigilancia. Cuando llegue la hora, colócate allí —Zetsuo dio instrucciones a Ayame y señaló hacia la parte derecha del salón, debajo de las ventanas—. Es una tarea sencilla, pero no por ello debéis bajar la guardia. ¿Alguna pregunta?
—No, no, todo está bien.
Pasaron unos minutos en silencio, y pronto el salón empezó a llenarse. Eran sobretodo niños, niños de bastante corta edad. Por lo visto les había tocado dar la charla a los pequeños que acababan de reclutarse en la Academia. Tenía sentido, pues era a ellos a los que empezaba a administrárseles las primeras vacunas, y también los que más resistencia oponían.
Claro, eso también significaba que menudo jaleo tenían allí montado. Los senseis intentaban corregirles para que se callaran y ocuparan ordenadamente sus butacas, pero a Daruu le pareció que iba a ser que no. Zetsuo estaba en el centro del escenario, con cara de impaciencia. Exactamente la cara que esperarías de un tipo que está deseando bajar y cruzarles la cara a todos y cada uno de los niños para que se callen. A Daruu no le gustaba aquella mirada, pero al menos por unos minutos no las dirigió hacia ellos.
—¡Hanaiko, enciende el proyector! ¡Ayame, a tu puesto! —Definitivamente, Daruu pensaba que Zetsuo estaba más habituado a dar órdenes a un equipo de campo de shinobis que a dar charlas sobre vacunaciones en la academia.
Daruu cogió el mando y de pronto se dio cuenta de que no había botón de encendido. Se acercó al proyector y apretó el botón, y el aparato emitió un zumbido extraño, bajito. No le dio importancia, porque la pantalla se había encendido correctamente y mostraba la primera diapositiva:
LAS VACUNAS: UNA PREVENCIÓN NECESARIA
Zetsuo se aclaró la garganta hasta en tres ocasiones, a intervalos de un minuto cada una, pero los niños no parecían callarse. Después de eso, se dedicó a fulminar con la mirada a cada uno de los senseis hasta que se daban cuenta, y se afanaban por callar a los aprendices con más esmero. Cuando la sala estuvo en un completo y sepulcral silencio, a pesar de algunas vocecillas curiosas, Zetsuo volvió a aclararse la garganta y empezó...
—Bien, como sabéis, la semana que viene empieza una campaña de vacunación muy importante, de modo que he venido a daros información sobre cómo las vacunas son útiles para protegeros a vosotros y a toda la sociedad contra todo tipo de enfermedades. Veréis...
Zetsuo miró de reojo a Daruu un segundo, que captó el mensaje y pasó a la siguiente diapositiva con el botón.
INTRODUCCIÓN
—Me llamo Aotsuki Zetsuo, y soy el director de uno de los hospitales más importantes de Amegakure. Estos chicos que me acompañan son genins graduados de pleno derecho, y están aquí para ayudarme. Todos hemos pasado por vacunaciones, tanto yo como ellos, aunque ellos, para su suerte, no han tenido que sufrir y ver brotes de enfermedades que están erradicadas gracias a las vacunas. Si yo os contara la de gente que ha muerto en mi hospital, o ahí fuera, mientras yo estaba a cargo del equipo médico en misiones...
Otra mirada y un gesto con la mano. Daruu le dio al botón. Pero esta vez no sucedió nada.
—Hanaiko, pasa la diapositiva.
—Eso intento, mire —Daruu le dio al botón, pero no sucedió nada.
—Joder, ¡que le des al puto botón!
¡No va!
—¡¡QUE LE DES AL PUTO BOTÓN!! ¡¡DALE MÁS FUERTE, QUE ERES UN BLANDENGUE!!
¡¡¡QUE NO VA!!!
Daruu apretó al botón hasta en treinta ocasiones, y entonces el aparato —el proyector— emitió un zumbido, el mismo que el muchacho había escuchado cuando lo encendió, pero ahora más fuerte.
Y las diapositivas pasaron a toda velocidad.
INTRODUCCIÓN
A LO QUE ME HE ENFRENTADO
ENFERMEDADES ERRADICADAS
HISTORIA DE LA VACUNA
VACUNAS COMUNES: ENFERMEDADES DEL PAÍS DE LA TORMENTA
EN LA ACADEMIA: VACUNAS PARA ENFERMEDADES EXTRANJERAS
CONSEJOS PARA EL DÍA DE LA VACUNA
FIN
¿ALGUNA PREGUNTA?
A LO QUE ME HE ENFRENTADO
ENFERMEDADES ERRADICADAS
HISTORIA DE LA VACUNA
VACUNAS COMUNES: ENFERMEDADES DEL PAÍS DE LA TORMENTA
EN LA ACADEMIA: VACUNAS PARA ENFERMEDADES EXTRANJERAS
CONSEJOS PARA EL DÍA DE LA VACUNA
FIN
¿ALGUNA PREGUNTA?
—¡¡¡¡¡BIEEEEEEEEEEN!!!!!
Los niños, creyéndose libres del yugo de la charla sobre vacunaciones, empezaron a levantarse a trompicones e intentar salir todos a una. A la mayoría los retuvieron los sensei, pero hasta Ayame llegaron unos cuantos...
—¡EH! ¡NI SE OS OCURRA, MOCOSOS! ¡¡DARÉ ESTA CHARLA CON MÁQUINA DE MIERDA O SIN MÁQUINA DE MIERDA!!
Se giró hacia Daruu.
—Mira que eres bestia, ¡ya la has roto! —exclamó, visiblemente enfadado.
Daruu estaba indignado: la máquina ya venía rota de casa. Pero bajó la mirada y se disculpó por lo bajini. Zetsuo ya daba miedo sin enfadar, imagínate enfadado.
Luego, se acercó al proyector y lo observó de cerca.
—Huele a quemado —dijo—. Si es que, estas cosas tan modernas...