4/08/2016, 00:56
Hacía ya tiempo que la chica había dejado algo de lado el entrenamiento. El hecho de haber montado un negocio le restaba muchísimo tiempo, más aún cuando era un negocia de ese tipo. Pese a ello, no había mermado en absoluto en cuanto a forma física, casi lo contrario. El afrontar día a día situaciones de lo mas comprometidas, por no hablar de afrontar las continuas trifulcas, le habían vuelto mucho mas fuerte. Se dice que no hay bien que por mal no venga...
La tarde caía, y con ella la tormenta no cesaba, aunque eso ya era costumbre por esos lares. Bajo la protección del techado que daba entrada al torreón de la academia, la chica le echó un último vistazo a su equipo. Tenía con ella los guantes, las botas bien atadas, su cinto que portaba la bandana, su par de kunais. No le faltaba nada.
«Bueno, llegó la hora de comprobar cuánto he avanzado... La última vez alcancé la planta número 15, a ver hasta dónde llego hoy.»
Cabe destacar que la última vez que lo intentó fue casi año y medio atrás. Las estadísticas no estaban demasiado en contra suya, era mas que probable que en ésta ocasión alcanzara al menos diez plantas mas. Ésta prueba tenía como propósito ver su avance, así como comprobar su resistencia.
Katomi tragó saliva, y dio el primer paso. Poco tardó en entrar en la primera sala, la cuál superó sin dificultad alguna. Avanzó y avanzó hasta que llegó a la planta número 15. Un montón de muñecos de madera y paja esperaban en esa sala. Al principio no parecía prueba alguna, pero éstos comenzaron a moverse de manera abrumadora. Era un auténtico desafío el lograr alcanzarlos, mas aún el derrotarlos. Tomó a la kunoichi mas de un par de horas el acabar con todos y cada uno de los muñecos.
La chica se tomó un leve descanso. Reposó la espalda contra la blanca pared de la sala. Frente a ella, un centenar de peleles habían sucumbido a sus puños y técnicas ígneas. —Bueno... ya he alcanzado mi anterior récord. Ahora toca seguir...
Pese a ello, se tomó la libertad de reposar por un instante más. Se quitó los guantes, y se echó hacia detrás su larga cabellera blanca. Tras el esfuerzo, había terminado con los pelos de una auténtica loca. Debía pensarse eso de recogerse el pelo con una coleta o algo similar. Soltó de nuevo un suspiro, tomó aire, y visualizó su objetivo; la puerta que daba hacia la planta número 16.
La tarde caía, y con ella la tormenta no cesaba, aunque eso ya era costumbre por esos lares. Bajo la protección del techado que daba entrada al torreón de la academia, la chica le echó un último vistazo a su equipo. Tenía con ella los guantes, las botas bien atadas, su cinto que portaba la bandana, su par de kunais. No le faltaba nada.
«Bueno, llegó la hora de comprobar cuánto he avanzado... La última vez alcancé la planta número 15, a ver hasta dónde llego hoy.»
Cabe destacar que la última vez que lo intentó fue casi año y medio atrás. Las estadísticas no estaban demasiado en contra suya, era mas que probable que en ésta ocasión alcanzara al menos diez plantas mas. Ésta prueba tenía como propósito ver su avance, así como comprobar su resistencia.
Katomi tragó saliva, y dio el primer paso. Poco tardó en entrar en la primera sala, la cuál superó sin dificultad alguna. Avanzó y avanzó hasta que llegó a la planta número 15. Un montón de muñecos de madera y paja esperaban en esa sala. Al principio no parecía prueba alguna, pero éstos comenzaron a moverse de manera abrumadora. Era un auténtico desafío el lograr alcanzarlos, mas aún el derrotarlos. Tomó a la kunoichi mas de un par de horas el acabar con todos y cada uno de los muñecos.
La chica se tomó un leve descanso. Reposó la espalda contra la blanca pared de la sala. Frente a ella, un centenar de peleles habían sucumbido a sus puños y técnicas ígneas. —Bueno... ya he alcanzado mi anterior récord. Ahora toca seguir...
Pese a ello, se tomó la libertad de reposar por un instante más. Se quitó los guantes, y se echó hacia detrás su larga cabellera blanca. Tras el esfuerzo, había terminado con los pelos de una auténtica loca. Debía pensarse eso de recogerse el pelo con una coleta o algo similar. Soltó de nuevo un suspiro, tomó aire, y visualizó su objetivo; la puerta que daba hacia la planta número 16.