6/08/2016, 01:16
Nuevamente, no había ninguna duda. Los dos muchachos adoptaron enseguida sus posiciones: Daruu junto a una cortina sobre el escenario, Ayame justo debajo de la ventana que quedaba en el lateral de la sala.
Todo comenzó enseguida. Las puertas del salón de actos se abrieron, y Ayame se aseguró la bandana sobre la frente en un gesto inconsciente y nervioso. Sin embargo, se relajó un tanto al distinguir unas voces agudas y emocionadas. Voces propias de niños pequeños, seguramente estudiantes de primer año.
«No habrá nadie conocido.» Suspiró, y se permitió el lujo de esbozar una sonrisa cuando un par de chiquillos se le quedó mirando y la saludaron con sus manitas. Había sido una estúpida al sentir aquel miedo. De hecho, sólo podrían reconocerla algunos profesores y algún estudiante que no consiguiera pasar el examen de graduación a genin. ¿Lo habría hecho Taishi...?
Un seco carraspeo la sacó de sus ensimismamiento, y Ayame se obligó a sí misma a concentrar la mirada en la pantalla para apartar cualquier pensamiento relacionado con Taishi y lo que pudiera haber sido de él. Sin embargo, no había olvidado su papel, por lo que de vez en cuando echaba breves y pequeñas ojeadas al grupo de niños que no terminaban de callarse pese al encomiable esfuerzo de sus profesores. Aquello no le haría ninguna gracia a su padre, y Ayame no pudo evitar reírse para sus adentros al comprobar que el médico, terriblemente impaciente, carraspeaba nuevamente y fulminaba con sus ojos de rapaz a todos y cada uno de los niños que osaba abrir siquiera la boca. Y sólo cuando el salón de actos consiguió sumirse en un silencio que debió considerar como suficiente, Zetsuo se aclaró la garganta por última vez antes de empezar:
—Bien, como sabéis, la semana que viene empieza una campaña de vacunación muy importante, de modo que he venido a daros información sobre cómo las vacunas son útiles para protegeros a vosotros y a toda la sociedad contra todo tipo de enfermedades. Veréis...
La pantalla se iluminó con un único letrero: "Introducción".
—Me llamo Aotsuki Zetsuo, y soy el director de uno de los hospitales más importantes de Amegakure. Estos chicos que me acompañan son genins graduados de pleno derecho, y están aquí para ayudarme —Ayame se removió en su sitio, algo inquieta, cuando varias cabecitas se giraron para mirarla—. Todos hemos pasado por vacunaciones, tanto yo como ellos, aunque ellos, para su suerte, no han tenido que sufrir y ver brotes de enfermedades que están erradicadas gracias a las vacunas. Si yo os contara la de gente que ha muerto en mi hospital, o ahí fuera, mientras yo estaba a cargo del equipo médico en misiones...
«Uh... Eso, más que calmarlos, les habrá asustado aún más...» Gimió para sí. Y, tal y como esperaba, por el rabillo del ojo vio varias carillas inocentes descompuestas por el más absoluto terror.
—Hanaiko, pasa la diapositiva.
—¿Uh?
Algo raro estaba pasando. Zetsuo se había girado hacia un desesperado Daruu, que no hacía más que apretar sin control los botones del mando tratando de obedecer la orden dada.
—Eso intento, mire.
—Joder, ¡que le des al puto botón!
—¡No va!
—¡¡QUE LE DES AL PUTO BOTÓN!! ¡¡DALE MÁS FUERTE, QUE ERES UN BLANDENGUE!!
—¡¡¡QUE NO VA!!!
—Oh, oh... —gimió Ayame, mordiéndose el labio inferior.
El proyector comenzó a emitir un desagradable zumbido, y las diapositivas pasaron en la pantalla a toda velocidad hasta terminar en el final de la presentación.
—¡¡¡¡¡BIEEEEEEEEEEN!!!!!
El discurso había terminado para los niños, y estos no dudaron en incorporarse de sus asientos y dirigirse como una estampida hacia la puerta. Los profesores consiguieron retener a tiempo a la mayoría de ellos, pero otros tantos llegaron hasta la posición de una asustada Ayame que no sabía muy bien cómo actuar.
—¡EH! ¡NI SE OS OCURRA, MOCOSOS! ¡¡DARÉ ESTA CHARLA CON MÁQUINA DE MIERDA O SIN MÁQUINA DE MIERDA!!
El grito de su padre la despertó. No podía fallar en su misión de una manera tan estúpida. No ante una bandada de críos. Rápida como una centella, bloqueó la salida posicionándose en frente de las puertas y las manos entrelazadas en señal de amenaza.
—¡Ya lo habéis oído! ¡Zetsuo...-sama aún no ha terminado su presentación! ¡Volved a vuestros asientos ahora mismo!
En realidad, no tenía ninguna intención de utilizar ninguna técnica ninja. Tan solo estaba jugando con la ingenuidad de los niños y su facilidad para sorprenderse ante una kunoichi ya graduada para tratar de intimidarlos...
Todo comenzó enseguida. Las puertas del salón de actos se abrieron, y Ayame se aseguró la bandana sobre la frente en un gesto inconsciente y nervioso. Sin embargo, se relajó un tanto al distinguir unas voces agudas y emocionadas. Voces propias de niños pequeños, seguramente estudiantes de primer año.
«No habrá nadie conocido.» Suspiró, y se permitió el lujo de esbozar una sonrisa cuando un par de chiquillos se le quedó mirando y la saludaron con sus manitas. Había sido una estúpida al sentir aquel miedo. De hecho, sólo podrían reconocerla algunos profesores y algún estudiante que no consiguiera pasar el examen de graduación a genin. ¿Lo habría hecho Taishi...?
Un seco carraspeo la sacó de sus ensimismamiento, y Ayame se obligó a sí misma a concentrar la mirada en la pantalla para apartar cualquier pensamiento relacionado con Taishi y lo que pudiera haber sido de él. Sin embargo, no había olvidado su papel, por lo que de vez en cuando echaba breves y pequeñas ojeadas al grupo de niños que no terminaban de callarse pese al encomiable esfuerzo de sus profesores. Aquello no le haría ninguna gracia a su padre, y Ayame no pudo evitar reírse para sus adentros al comprobar que el médico, terriblemente impaciente, carraspeaba nuevamente y fulminaba con sus ojos de rapaz a todos y cada uno de los niños que osaba abrir siquiera la boca. Y sólo cuando el salón de actos consiguió sumirse en un silencio que debió considerar como suficiente, Zetsuo se aclaró la garganta por última vez antes de empezar:
—Bien, como sabéis, la semana que viene empieza una campaña de vacunación muy importante, de modo que he venido a daros información sobre cómo las vacunas son útiles para protegeros a vosotros y a toda la sociedad contra todo tipo de enfermedades. Veréis...
La pantalla se iluminó con un único letrero: "Introducción".
—Me llamo Aotsuki Zetsuo, y soy el director de uno de los hospitales más importantes de Amegakure. Estos chicos que me acompañan son genins graduados de pleno derecho, y están aquí para ayudarme —Ayame se removió en su sitio, algo inquieta, cuando varias cabecitas se giraron para mirarla—. Todos hemos pasado por vacunaciones, tanto yo como ellos, aunque ellos, para su suerte, no han tenido que sufrir y ver brotes de enfermedades que están erradicadas gracias a las vacunas. Si yo os contara la de gente que ha muerto en mi hospital, o ahí fuera, mientras yo estaba a cargo del equipo médico en misiones...
«Uh... Eso, más que calmarlos, les habrá asustado aún más...» Gimió para sí. Y, tal y como esperaba, por el rabillo del ojo vio varias carillas inocentes descompuestas por el más absoluto terror.
—Hanaiko, pasa la diapositiva.
—¿Uh?
Algo raro estaba pasando. Zetsuo se había girado hacia un desesperado Daruu, que no hacía más que apretar sin control los botones del mando tratando de obedecer la orden dada.
—Eso intento, mire.
—Joder, ¡que le des al puto botón!
—¡No va!
—¡¡QUE LE DES AL PUTO BOTÓN!! ¡¡DALE MÁS FUERTE, QUE ERES UN BLANDENGUE!!
—¡¡¡QUE NO VA!!!
—Oh, oh... —gimió Ayame, mordiéndose el labio inferior.
El proyector comenzó a emitir un desagradable zumbido, y las diapositivas pasaron en la pantalla a toda velocidad hasta terminar en el final de la presentación.
—¡¡¡¡¡BIEEEEEEEEEEN!!!!!
El discurso había terminado para los niños, y estos no dudaron en incorporarse de sus asientos y dirigirse como una estampida hacia la puerta. Los profesores consiguieron retener a tiempo a la mayoría de ellos, pero otros tantos llegaron hasta la posición de una asustada Ayame que no sabía muy bien cómo actuar.
—¡EH! ¡NI SE OS OCURRA, MOCOSOS! ¡¡DARÉ ESTA CHARLA CON MÁQUINA DE MIERDA O SIN MÁQUINA DE MIERDA!!
El grito de su padre la despertó. No podía fallar en su misión de una manera tan estúpida. No ante una bandada de críos. Rápida como una centella, bloqueó la salida posicionándose en frente de las puertas y las manos entrelazadas en señal de amenaza.
—¡Ya lo habéis oído! ¡Zetsuo...-sama aún no ha terminado su presentación! ¡Volved a vuestros asientos ahora mismo!
En realidad, no tenía ninguna intención de utilizar ninguna técnica ninja. Tan solo estaba jugando con la ingenuidad de los niños y su facilidad para sorprenderse ante una kunoichi ya graduada para tratar de intimidarlos...