6/08/2016, 04:14
Las cosas no pintaban nada bien para el Takanashi, el número de serpientes que se acercaban era mucho mayor al que se había esperado en un inicio. Aquello sin duda iba a terminar convirtiéndose en una carnicería, aunque lo que realmente le preocupaba era que el sonido del siseo también se escuchaba desde atrás del muro, por lo que dedujo que desde un principio no habría tenido escapatoria. Suspiró y cuando estaba a punto de soltar un ataque en contra de la horda de reptiles una fuerza tectónica le detuvo.
"¿Nani?"
Las serpientes se escabulleron aterrorizadas por el movimiento telúrico, de hecho aquello lejos de ser una simple sacudida había empezado a intensificarse con el paso de los segundos. Pronto otro ruido para nada natural proveniente desde la muralla captó su atención: gritos.
El Takanashi no se lo pensó dos veces, en condiciones normales hubiera sido precavido y hubiera buscado un refugio (estar cerca de paredes en medio de un temblor no es muy buena idea que se diga); pero al escuchar a alguien en problemas no se iba a quedar de brazos cruzados. Guardó sus armas, juntó chakra en sus pies y subió corriendo rápidamente por el muro con la esperanza de que este no se derrumbara. Su plan era ir en la dirección de donde provenían los gritos para ver que estaba ocurriendo.
"¿Nani?"
Las serpientes se escabulleron aterrorizadas por el movimiento telúrico, de hecho aquello lejos de ser una simple sacudida había empezado a intensificarse con el paso de los segundos. Pronto otro ruido para nada natural proveniente desde la muralla captó su atención: gritos.
El Takanashi no se lo pensó dos veces, en condiciones normales hubiera sido precavido y hubiera buscado un refugio (estar cerca de paredes en medio de un temblor no es muy buena idea que se diga); pero al escuchar a alguien en problemas no se iba a quedar de brazos cruzados. Guardó sus armas, juntó chakra en sus pies y subió corriendo rápidamente por el muro con la esperanza de que este no se derrumbara. Su plan era ir en la dirección de donde provenían los gritos para ver que estaba ocurriendo.