8/08/2016, 09:46
(Última modificación: 8/08/2016, 09:50 por Umikiba Kaido.)
No fue hasta que su mano tocó las nalgas de la muchacha cuando pensó, sabiamente, que probablemente se había propasado. De hecho, era la primera vez que era tan poco cordial, al menos con una chica; y teniendo en cuenta lo protectoras que son las damas con su cuerpo, que le tocaran una parte íntima no era ni de cerca el mejor de los gestos.
Pero ya no había vuelta atrás. Él se alejó y ella pareció hacer lo mismo, con un par de pasos. Aunque pronto voltearía, dejaría escapar una frustrada bocanada de aire y miró al tiburón como si estuviese intentando hacerle explotar con la mirada.
Luego hizo unos sellos, y sucedió.
«¡Hostia, que guay!»
Fuego. La muchacha se convirtió en el más puro fuego, envuelta de pies a cabeza como si se tratase de una fogata. Por un momento creyó que ella empezaría a gritar en cualquier instante, pero pronto le hizo entender a Kaido que todo aquello era un acto más que deliberado. Una muestra de lo que ella le podía hacer, si le volvía a tocar.
Kaido no era fácil de impresionar, pero el pequeño show de la peliblanca le había gustado. Aunque temor era lo menos que sentía, particularmente a todo lo que tuviese que ver con fuego. Era un Hozuki, después de todo.
—¡Joooooooder, que interesante! —dijo él, con cierta impresión en su rostro—. pero sabes, no eres la única que tiene ese tipo de trucos bajo la manga. Observa y aprende.
Y como si aquello fuese una competencia de ver quién coño tiene la mejor técnica elemental, el cuerpo del tiburón se comenzó a deformar, volviéndose acuoso y un poco transparente. Fue cuestión de segundos para que lo que una vez fue un cuerpo completamente formado, se transformara ahora en un amplio charco de agua que se movía como gelatina en el suelo.
De allí, se asomó algo parecido a un rostro; con los dientes afilados sonriendo y un solo ojo haciendo un guiño. Luego, habló en tono burlesco; aún en ese estado.
—Fuego, agua... agua; fuego. Si me lo preguntas, creo que estamos destinados a ser archi-enemigos —aprovechó entonces para tomar nuevamente su forma original, quedando un tanto empapado y continuó su idea—. pero eres de mi aldea, y además eres linda...
»No sé que es más conveniente. ¿Tú que dices? —sonrió. Se le estaba pasando bomba, eso seguro.
Pero ya no había vuelta atrás. Él se alejó y ella pareció hacer lo mismo, con un par de pasos. Aunque pronto voltearía, dejaría escapar una frustrada bocanada de aire y miró al tiburón como si estuviese intentando hacerle explotar con la mirada.
Luego hizo unos sellos, y sucedió.
«¡Hostia, que guay!»
Fuego. La muchacha se convirtió en el más puro fuego, envuelta de pies a cabeza como si se tratase de una fogata. Por un momento creyó que ella empezaría a gritar en cualquier instante, pero pronto le hizo entender a Kaido que todo aquello era un acto más que deliberado. Una muestra de lo que ella le podía hacer, si le volvía a tocar.
Kaido no era fácil de impresionar, pero el pequeño show de la peliblanca le había gustado. Aunque temor era lo menos que sentía, particularmente a todo lo que tuviese que ver con fuego. Era un Hozuki, después de todo.
—¡Joooooooder, que interesante! —dijo él, con cierta impresión en su rostro—. pero sabes, no eres la única que tiene ese tipo de trucos bajo la manga. Observa y aprende.
Y como si aquello fuese una competencia de ver quién coño tiene la mejor técnica elemental, el cuerpo del tiburón se comenzó a deformar, volviéndose acuoso y un poco transparente. Fue cuestión de segundos para que lo que una vez fue un cuerpo completamente formado, se transformara ahora en un amplio charco de agua que se movía como gelatina en el suelo.
De allí, se asomó algo parecido a un rostro; con los dientes afilados sonriendo y un solo ojo haciendo un guiño. Luego, habló en tono burlesco; aún en ese estado.
—Fuego, agua... agua; fuego. Si me lo preguntas, creo que estamos destinados a ser archi-enemigos —aprovechó entonces para tomar nuevamente su forma original, quedando un tanto empapado y continuó su idea—. pero eres de mi aldea, y además eres linda...
»No sé que es más conveniente. ¿Tú que dices? —sonrió. Se le estaba pasando bomba, eso seguro.