8/08/2016, 23:56
El Kawakage les siguió con la mirada, atento a ver dónde pisaban, por si acaso osaban desmoronar el tinglado lúdico que con tanto esmero había preparado. Suspiró aliviado al comprobar que ninguno de los dos había tropezado con algo.
—¿Y bien? —inquirió el mandatario.
—Vera, Kawakage-sama... Es sobre el día del Torneo. Cuando el... bijuu atacó, Tatsuya-kun y yo estábamos en el interior del estadio. Todo empezó a caerse a trozos, cuando de repente oí una conversación tras una esquina próxima.
—Vamos, no me jodas, ¿estábais enrollándoos en los baños, o algo a...?
—Eran dos hombres encapuchados. Uno de ellos se llamaba Tamae, del otro no sé su nombre. Hablaban sobre capturar al bijuu, uno de ellos quería pedir refuerzos, mientras que el otro se negaba...
—Espera, ¿qué? —Yubiwa colocó las palmas de las manos sobre la mesa y se levantó, inclinándose hacia ellos.
—Hablaron de un tal... Namiron-sama. Decían que era tan fuerte como para destruir a los tres Kage sin despeinarse. Supongo que trabajaban para él, porque, según pude oír, pertenecían a una especie de cuerpo de inteligencia. Parece que su objetivo es capturar a los bijuu que tienen las grandes Aldeas. » También mencionaron algo sobre una casa de apuestas. Y... Que los samuráis tienen al Nueve Colas.
—Es tal y como ha dicho mi compañera, además por como hablaban se los notaba muy tranquilos a pesar de que el bijuu estuviera atacando, como si lo hubieran previsto o algo así.
Yubiwa les observó durante unos instantes.
—Esto es una broma, ¿verdad? Es una broma que me estáis gastando, sí...
Paseó aquellos extraños iris anulares entre Tatsuya y Anzu, una y otra vez, hasta cuatro veces.
—Vale, no es una broma. —Resopló muy fuerte, se dejó caer en el sillón y se arrugó la piel de la frente con la mano, dibujando un gesto de angustia—. ¿Y se puede saber, queridos chiquillos, por qué no nos habéis contado esto antes? No sabéis lo mucho que podríais haber ayudado a los ANBU...
Suspiró.
—En efecto, el kyuubi lo tienen... lo tenían, los sámurais. Rukairo Noka y Uchiha Migime están intentando reconstruir lo que ahora son ruinas. Alguien aniquiló al ejército de ese tal Ieyasu. Ese alguien, presuponemos, es del que nos advirtió Rikudo-sennin.
Sintió un escalofrío al recordar, vagamente, todo lo que había ocurrido desde que la explosión les había alcanzado. Había sido como estar muerto y vivo a la vez.
—Nuestros equipos de inteligencia llevan tiempo rastreándolos, pero esto que me decís me preocupa sobremanera... Veréis... me gusta informarme sobre el mundo que nos rodea. ¿Sabéis? El pasado te hace prepararte para el futuro, y hay un nombre que me resulta familiar en toda esa historia que me contáis.
Los miró fijamente.
—¿Creéis en los muertos vivientes? Porque Namiron es el nombre del tercer y último Mizukage de la historia de Kirigakure.
—¿Y bien? —inquirió el mandatario.
—Vera, Kawakage-sama... Es sobre el día del Torneo. Cuando el... bijuu atacó, Tatsuya-kun y yo estábamos en el interior del estadio. Todo empezó a caerse a trozos, cuando de repente oí una conversación tras una esquina próxima.
—Vamos, no me jodas, ¿estábais enrollándoos en los baños, o algo a...?
—Eran dos hombres encapuchados. Uno de ellos se llamaba Tamae, del otro no sé su nombre. Hablaban sobre capturar al bijuu, uno de ellos quería pedir refuerzos, mientras que el otro se negaba...
—Espera, ¿qué? —Yubiwa colocó las palmas de las manos sobre la mesa y se levantó, inclinándose hacia ellos.
—Hablaron de un tal... Namiron-sama. Decían que era tan fuerte como para destruir a los tres Kage sin despeinarse. Supongo que trabajaban para él, porque, según pude oír, pertenecían a una especie de cuerpo de inteligencia. Parece que su objetivo es capturar a los bijuu que tienen las grandes Aldeas. » También mencionaron algo sobre una casa de apuestas. Y... Que los samuráis tienen al Nueve Colas.
—Es tal y como ha dicho mi compañera, además por como hablaban se los notaba muy tranquilos a pesar de que el bijuu estuviera atacando, como si lo hubieran previsto o algo así.
Yubiwa les observó durante unos instantes.
—Esto es una broma, ¿verdad? Es una broma que me estáis gastando, sí...
Paseó aquellos extraños iris anulares entre Tatsuya y Anzu, una y otra vez, hasta cuatro veces.
—Vale, no es una broma. —Resopló muy fuerte, se dejó caer en el sillón y se arrugó la piel de la frente con la mano, dibujando un gesto de angustia—. ¿Y se puede saber, queridos chiquillos, por qué no nos habéis contado esto antes? No sabéis lo mucho que podríais haber ayudado a los ANBU...
Suspiró.
—En efecto, el kyuubi lo tienen... lo tenían, los sámurais. Rukairo Noka y Uchiha Migime están intentando reconstruir lo que ahora son ruinas. Alguien aniquiló al ejército de ese tal Ieyasu. Ese alguien, presuponemos, es del que nos advirtió Rikudo-sennin.
Sintió un escalofrío al recordar, vagamente, todo lo que había ocurrido desde que la explosión les había alcanzado. Había sido como estar muerto y vivo a la vez.
—Nuestros equipos de inteligencia llevan tiempo rastreándolos, pero esto que me decís me preocupa sobremanera... Veréis... me gusta informarme sobre el mundo que nos rodea. ¿Sabéis? El pasado te hace prepararte para el futuro, y hay un nombre que me resulta familiar en toda esa historia que me contáis.
Los miró fijamente.
—¿Creéis en los muertos vivientes? Porque Namiron es el nombre del tercer y último Mizukage de la historia de Kirigakure.