23/05/2015, 12:39
El característico sonido de llegada del ascensor precedió a la suave apertura de las puertas, no podía llegar en mejor momento puesto que Tomoe ya estaba harta de estar allí parada entre tantos insectos
"Por fin..." suspiro la chica justo cuando se disponía a dar el primer paso hacia el interior de la máquina, una vez dentro marco la planta baja y continuo hasta el fondo de la cabina, donde se acomodo apoyando su espalda. Lanzó una última mirada a la bandana que sostenía en su mano derecha "Esperemos que merezca la pena..." Tomoe abrió su portaobjetos y la guardo en el interior de este, para justo despues sacar un pequeño frasco de plástico anaranjado con un tapón blanco que contenía una serie de píldoras. Alzo la mirada mientras que con sus manos manipulaba el pequeño bote, la chica pudo ver como las puertas comenzaban a cerrarse y uno de los alumno de la sala que portaba una bandana corría hacia el ascensor "Espero que no llegue... ya he tenido suficiente humanidad por hoy" fue lo primero que pensó mientras veía al muchacho correr hacia la puerta. La chica del cabello negro dejo caer dos pastillas sobre su mano izquierda antes de guardar el bote, todo ello sin quitar la mirada de aquel gennin que se acercaba.
Tomoe lo conocía de vista, como olvidar al <<chico serpiente>>, aunque no sabía ni si quiera su apellido. De hecho, Tomoe no conocía prácticamente a nadie de la academia, todos les parecían igual de aburrido aunque debía reconocer que alguno había por ahí que podría llegar a ser mínimamente interesante. Sin embargo, su ego, no le permitiría nunca reconocer ese tipo de cosas.
La puerta estaba apunto de cerrarse, justo cuando aquel chico de cabello azabache interpuso sus manos en el camino de las puertas para detenerlas. La pelinegra chasqueo la lengua en señal de que no le había gustado nada y justo despues introdujo las dos pastillas en su boca usando la palma de su mano izquierda. Todo ello sin apartar su mirada, de <<me estas molestando>>, del recién llegado.
Aquel vestía con una especie de túnica corta, con una capucha que llevaba quitada y un gran abanico en su espalda, pantalón y las típicas tabi que todos llevaban en aquellos días.
Tomoe retiro la mano de su boca lentamente, tras ingerir las pastillas, no le gustaba ni un pelo que hubiese alguien tan cerca de ella. Sin embargo, al contrario que muchas personas no era por que se pudiese considerar a ese chico un monstruo, si no por que ella odiaba a todas las demás personas. En ese aspecto, por una vez, Atsuchi podría sentirse integrado.
El chico se acomodo en una de las paredes del ascensor, justo a la izquierda de Tomoe pero en una pared lateral. Este no paraba de mirarla y parecía dudar, pero sin duda tenía la intención de abrir la boca y vaya si lo hizo. Con bastantes dudas y poca seguridad, parecía querer iniciar conversación con la Uchiha y por suerte para él había acertado el nombre.
La chica lo miró de nuevo, clavando sus ojos casi como si fuesen puñales, si las miradas matasen Tomoe habría matado al chico serpiente más de ocho veces pero como no lo hacian, tendría que aguantarse.
—Por desgracia para mí... si soy yo— gruñó la chica, que no oculto su malestar —¿Tienes algún problema?—
La Uchiha tenía la extraña sensación, de que no iba a librarse fácilmente de aquel chico.
"Por fin..." suspiro la chica justo cuando se disponía a dar el primer paso hacia el interior de la máquina, una vez dentro marco la planta baja y continuo hasta el fondo de la cabina, donde se acomodo apoyando su espalda. Lanzó una última mirada a la bandana que sostenía en su mano derecha "Esperemos que merezca la pena..." Tomoe abrió su portaobjetos y la guardo en el interior de este, para justo despues sacar un pequeño frasco de plástico anaranjado con un tapón blanco que contenía una serie de píldoras. Alzo la mirada mientras que con sus manos manipulaba el pequeño bote, la chica pudo ver como las puertas comenzaban a cerrarse y uno de los alumno de la sala que portaba una bandana corría hacia el ascensor "Espero que no llegue... ya he tenido suficiente humanidad por hoy" fue lo primero que pensó mientras veía al muchacho correr hacia la puerta. La chica del cabello negro dejo caer dos pastillas sobre su mano izquierda antes de guardar el bote, todo ello sin quitar la mirada de aquel gennin que se acercaba.
Tomoe lo conocía de vista, como olvidar al <<chico serpiente>>, aunque no sabía ni si quiera su apellido. De hecho, Tomoe no conocía prácticamente a nadie de la academia, todos les parecían igual de aburrido aunque debía reconocer que alguno había por ahí que podría llegar a ser mínimamente interesante. Sin embargo, su ego, no le permitiría nunca reconocer ese tipo de cosas.
La puerta estaba apunto de cerrarse, justo cuando aquel chico de cabello azabache interpuso sus manos en el camino de las puertas para detenerlas. La pelinegra chasqueo la lengua en señal de que no le había gustado nada y justo despues introdujo las dos pastillas en su boca usando la palma de su mano izquierda. Todo ello sin apartar su mirada, de <<me estas molestando>>, del recién llegado.
Aquel vestía con una especie de túnica corta, con una capucha que llevaba quitada y un gran abanico en su espalda, pantalón y las típicas tabi que todos llevaban en aquellos días.
Tomoe retiro la mano de su boca lentamente, tras ingerir las pastillas, no le gustaba ni un pelo que hubiese alguien tan cerca de ella. Sin embargo, al contrario que muchas personas no era por que se pudiese considerar a ese chico un monstruo, si no por que ella odiaba a todas las demás personas. En ese aspecto, por una vez, Atsuchi podría sentirse integrado.
El chico se acomodo en una de las paredes del ascensor, justo a la izquierda de Tomoe pero en una pared lateral. Este no paraba de mirarla y parecía dudar, pero sin duda tenía la intención de abrir la boca y vaya si lo hizo. Con bastantes dudas y poca seguridad, parecía querer iniciar conversación con la Uchiha y por suerte para él había acertado el nombre.
La chica lo miró de nuevo, clavando sus ojos casi como si fuesen puñales, si las miradas matasen Tomoe habría matado al chico serpiente más de ocho veces pero como no lo hacian, tendría que aguantarse.
—Por desgracia para mí... si soy yo— gruñó la chica, que no oculto su malestar —¿Tienes algún problema?—
La Uchiha tenía la extraña sensación, de que no iba a librarse fácilmente de aquel chico.