18/08/2016, 01:27
Conforme el chico tomó camino hacia el baño, respondió a las indicaciones dadas con un seco y tosco "gracias". Pero evidentemente, no podía esperar otra cosa. Se dice que las chicas son algo vengativas, pero Katomi para nada lo era —No, que va— era lo siguiente a vengativa, y seguramente su actitud no cambiase para con el chico a menos que éste cumpliese con lo acordado. Le devolvería hasta lo que era suyo, sin lanzarselo a la cabeza ni nada, que ya era pedir...
Una vez que llegó el chico, la conversación pareció comenzar. La primera en romper el silencio fue la chica, la cuál preguntó —inocente de ella— si ya se conocían ambos genin de antes. Previamente, y de manera muy educada, había agradecido la hospitalidad. Antes de que la Sarutobi diese respuesta, el hyuuga se adelantó para negar tal cosa.
«Desde luego... vaya chico mas cobarde... ¿Debería delatarlo para que ésta chica lo viese tal y como es?»
Pero no, la chica se contuvo por el momento. Antes de nada, quería ver los propósitos del chico. Si intentaba algo raro, estaba en su propio local, podía decir o hacer cuanto quisiera.
—Así es. Hoy ha sido tu día de suerte. Te ayudé en tu valerosa aventura para rescatar el bolso de la señorita Himura, y te evité una pelea ligeramente desequilibrada.— Contestó en respuesta,mostrando una cordial y falsa sonrisa. Al menos, había evitado el mencionar si se conocían o no. Por mucho que le doliese y quisiera aguantarlo, pocas mentiras estaba acostumbrada a soltar.
Para cuando el chico se fijó, el lugar llamó su atención, y no pudo evitar preguntarlo. ¿Todo eso era suyo? —Si, así es. Estuve ahorrando durante bastante tiempo, y con ayuda de algunos contactos, así como de una íntima amiga, dimos el paso. Quien no arriesga, no gana. Al menos eso siempre decía mi padre.
»Por desgracia para él, arriesgó demasiado.
Antes de dejar caer la pregunta, se apresuró por contestar. Tampoco es que le molestase, era algo que ya tenía mas que asumido. A todo ésto, la chica a la que había encargado las bebidas llegó, y sin querer interrumpió. —Aquí tienen las bebidas.
Frente a cada uno de ellos, había dejado cuidadosamente el vaso. Todos y cada uno de ellos estaba servido en un vaso bastante ancho, pero no demasiado alto. Decorados con un par de cañitas de colores, y tres o cuatro hielos para mantener las bebidas en una temperatura agradable.
—Muchas gracias, Melisa-kun.
La única bebida que era ligeramente diferente era la de la dueña del local, la suya era la única con un toque de alcohol.
Una vez que llegó el chico, la conversación pareció comenzar. La primera en romper el silencio fue la chica, la cuál preguntó —inocente de ella— si ya se conocían ambos genin de antes. Previamente, y de manera muy educada, había agradecido la hospitalidad. Antes de que la Sarutobi diese respuesta, el hyuuga se adelantó para negar tal cosa.
«Desde luego... vaya chico mas cobarde... ¿Debería delatarlo para que ésta chica lo viese tal y como es?»
Pero no, la chica se contuvo por el momento. Antes de nada, quería ver los propósitos del chico. Si intentaba algo raro, estaba en su propio local, podía decir o hacer cuanto quisiera.
—Así es. Hoy ha sido tu día de suerte. Te ayudé en tu valerosa aventura para rescatar el bolso de la señorita Himura, y te evité una pelea ligeramente desequilibrada.— Contestó en respuesta,mostrando una cordial y falsa sonrisa. Al menos, había evitado el mencionar si se conocían o no. Por mucho que le doliese y quisiera aguantarlo, pocas mentiras estaba acostumbrada a soltar.
Para cuando el chico se fijó, el lugar llamó su atención, y no pudo evitar preguntarlo. ¿Todo eso era suyo? —Si, así es. Estuve ahorrando durante bastante tiempo, y con ayuda de algunos contactos, así como de una íntima amiga, dimos el paso. Quien no arriesga, no gana. Al menos eso siempre decía mi padre.
»Por desgracia para él, arriesgó demasiado.
Antes de dejar caer la pregunta, se apresuró por contestar. Tampoco es que le molestase, era algo que ya tenía mas que asumido. A todo ésto, la chica a la que había encargado las bebidas llegó, y sin querer interrumpió. —Aquí tienen las bebidas.
Frente a cada uno de ellos, había dejado cuidadosamente el vaso. Todos y cada uno de ellos estaba servido en un vaso bastante ancho, pero no demasiado alto. Decorados con un par de cañitas de colores, y tres o cuatro hielos para mantener las bebidas en una temperatura agradable.
—Muchas gracias, Melisa-kun.
La única bebida que era ligeramente diferente era la de la dueña del local, la suya era la única con un toque de alcohol.